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¿Unión General de Trincones?

¿Unión General de Trincones?

miércoles 30 de octubre de 2013, 18:53h
Sé positivamente que no se debe ni se puede generalizar y que la mayoría de los sindicalistas e incluso dirigentes de la UGT son honrados a carta cabal, pero con el sindicato filosocialista en Andalucía está ocurriendo como con los políticos, que son tantos los casos de currupción destapados que comienza a ser lógico que los ciudadanos hagan el todo de la parte y tiendan a generalizar trocando el nombre de la Unión General de Trabajadores por el de la Unión General de Trincones. Con ser bastante grave que se hayan falseado facturas de subvenciones de la Junta dedicadas en teoría a desempleados o a la mujer para costear comilonas de Navidad o festejos en la caseta de la Feria de Sevilla, lo peor no son esos hechos puntuales, sino el que elaboraran un "manual" informático interno de 45 páginas para maquillar las "mordidas" que le abonaban los proveedores. Hay que ser torpes. Claro que, después de lo de su ex directivo, Juan Lanzas (de casta le viene al galgo) en el Caso de los EREs fraudulentos, que guardaba bajo el colchón de la casa de sus padres dinero como para asar una vaca, al menos Manuel Pastrana y Fernández Sevilla se han modernizado con las nuevas tecnologías. Como decimos por aquí abajo, el turbio asunto de las facturas falsas es como para mear y no echar gota. ¡Qué descaro! ¡qué desfachatez! ¡qué poca vergüenza! Y todo esto ocurre en una organización de clase que supuestamente se dedica a defender los intereses de los trabajadores y a luchar por sus derechos. ¡Manda huevos!.

Según se desprende de las informaciones publicadas, y no desmentidas, no sólo abrieron una cuenta reservada en un banco para controlar las abultadas comisiones que les abonaban las empresas en las que gastaba las subvenciones de la Junta de Andalucía, sino que además lo pusieron por escrito en un manual. Con la finalidad de supervisar toda su compleja contabilidad interna, UGT instaló a finales de 2010 el programa informático Sypro a la empresa sevillana Agaex Informática SL, que contenía un Manual de Procedimientos de 45 páginas que dedica un apartado específico a la gestión de los rápeles o comisiones que desembolsaban sus proveedores de cabecera a través de cheques y transferencias a una cuenta específica del Santander. Entre 2010 y 2011, en los años más duros de la crisis, la caja de UGT-A llegó a ingresar cerca de 615.000 euros a través de 21 empresas distintas con las que estableció acuerdos. Siguiendo las directrices de la dirección de UGT-A, los proveedores emitían facturas "a la carta" o maquilladas para justificar las ayudas a la formación y el empleo que presentaba ante la Administración. Del importe de cada compra se descontaba un porcentaje variable (entre el 3 y el 30%) en la factura, al margen de su importe, que iba a engrosar una bolsa de dinero creada a partir de las comisiones con la finalidad de financiar a la federación, a las uniones provinciales y a su extensa red de empresas y fundaciones.

Yo no sé como llamarán a eso los dirigentes ugetistas y la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, pero en mi tierra se llama corrupción institucionalizada, algo parecido a lo que ocurría en la Administración andaluza con los EREs falsos. Quizás fuesen "cuatro gatos", como afirmaba Pepe Griñán y Manuel Chaves con los EREs, los que estaban en el ajo, pero, como ha ocurrido en lo de los EREs, que van ya cerca de doscientos imputados, me da la impresión que eran muchos más los que conocían y avalaban las operaciones de financiación del sindicato. No es de extrañar que el secretario de Administración de la UGT de Jaén, Pedro Fuentes, manifestase en una reunión del sindicato que "llegará un momento en el que no sabré qué hacer con tanto dinero" Y todo ésto ha ocurrido en unos años en los que el paro ha alcanzado a uno de cada tres andaluces con una cifra total de desempleados por encima del millón y medio y cuando miles de familias andaluzas no tienen ni para comer. Todavía recuerdo una mesa redonda organizada por la UGT-A a la que asistimos algunos periodistas allá por 2008 y en la que, como detalle, su entonces secretario general, Manuel Pastrana nos regaló a cada uno de los intervinientes un tintero de cerámica sevillana. Si llego a sospechar lo de las mordidas, le hubiera pedido, al menos, un jamón de pata negra.

No sé en qué quedará todo esto y si la Junta de Andalucía, que es la verdadera estafada por el sindicato, se personará como acusación particular como hizo en el caso de los EREs falsos. Debería hacerlo. De lo que sí estoy seguro es que no es, como algunos afirman, una campaña de desprestigio de las fuerzas progresistas por parte de la derecha conservadora y fascista, sino uno más de los fraudes a los que nos están acostumbrando nuestros dirigentes políticos y sindicales. Con este panorama no es de extrañar que los ciudadanos se alejen cada día más de las instituciones. Solo falta ahora que el otro sindicato hermano, CC.OO., no salga pringado el día menos pensado en otro chanchullo similar. Paco Carbonero andará tentándose la ropa porque aquí, gracias a los tan cacareados Acuerdos de Concertación Social de Chaves y Griñán, hemos estado una década financiado a sindicatos y empresarios sin control alguno. Va siendo hora de que alguien pnga algo de órden en esas cuentas que suponen un gasto de cientos de miilones de euros cada año que salen del bolsillo de todos los andaluces.
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