miércoles 14 de mayo de 2014, 07:48h
No sé si se habrán fijado pero ambas tienen en común las
iniciales de su nombre y su primer apellido, M. A. , Mercedes Alaya y Magdalena
Álvarez. MA-MA mía. Una, Magdalena, trabaja (o al menos cobra y va por allí
de vez en cuando) en la sede del Banco Europeo de Inversiones en Luxemburgo
donde la colocó Zapatero, y gana unos veinte mil euros mensuales; la otra no
llegará a los cuatro mil como magistrada de Instrucción del Juzgado número 6 de
Sevilla que sacó por oposición y hay que reconocer que lo que se dice trabajar,
trabaja una hartá acumulando en sus manos en estos momentos nada menos que ocho
macrocausas e imputando a todo presunto chorizo que se le pone a tiro. Verla a
todas horas arrastrando su troller por el Prado de San Sebastián o firmando
autos, interrogando a imputados y recibiendo informes de la Policía o la
Guardia Civil agota solo con mencionarlo. Imagino que ambas ma-ma no se tienen
entre sí un cariño muy especial y de ahí que sólo se vean las caras cuando no
tienen más remedio que comunicarse por una citación oficial, una providencia o
un auto, pero por extraño que parezca, tienen bastante en común, sobre todo en
lo que se refiere al carácter seco y duro con sus subordinados. Y aquí, aunque
sea una excepción en estos momentos, Sevilla parece haberle ganado el pulso a
Málaga.
Magdalena, conocida por sus amigos como Maleni, por los
funcionarios que tuvo a su cargo en la Junta como Mandatela y por muchos
periodistas como "Lady Aviaco" por aquellos 444 billetes
gratis total que utilizó en sus desplazamientos por avión, dijo una frase que
pasó a la historia de la política española, ya saben, "antes partía que
doblá", y que define a la perfección su manera de entender la vida. A
ella, al menos cuando ejercía como consejera de Hacienda de la Junta con Manuel
Chaves como jefe, las críticas de la oposición a su gestión le resbalaban
tanto como las de sus propios compañeros de partido o de los medios de
comunicación. Como buena economista e inspectora de Finanzas del Estado, era
experta en presupuestos y disfrutaba como nadie cuando vapuleaba con cifras y
datos al portavoz del PP en los plenos del Parlamento andaluz. Pero he aquí
que, como la mayoría de los españoles, tuvo la mala fortuna de que Jose Luis
Rodríguez Zapatero se cruzara en su camino y la nombrara Ministra de
Fomento en 2004. Y ahí, en un tema al que era totalmente ajena y no dominaba,
comenzó un calvario que alcanzó su culmen con aquella intervención en la
Comisión del Congreso sobre el aeropuerto de Barajas "es que es mu
grande" o la del colapso de las autopistas tras una intensa nevada en
enero de 2009: «Si la borrasca cambió de forma impredecible, no las pueden
predecir, y si no la predicen quienes la tienen que predecir, ¿cómo quieren
ustedes que lo vayamos a predecir aquellos que estamos esperando la
predicción?». Afortunadamente, Zapatero se la quitó de enmedio tras ser
reprobada por el Congreso de los Diputados y la mandó a Europa como diputada,
algo similar a lo que le está ocuriendo a Elena Valenciano en estos
momentos, para desembarcar un año después, en 2010, en la vicepresidencia del
BEI de donde podría salir de malas maneras en un breve espacio de tiempo.
Y es que por mucho que ladre Alfonso Guerra en contra de la juez Alaya,
por más trabas que le ponga la Junta y el PSOE a la instrucción de los EREs
fraudulentos, todo parece indicar que la imputación de prevaricación y la
fianza de veintinueve millones y medio de euros dictada en su momento por la
magistrada contra la ex consejera y ex ministra, y criticada casi por todos por
excesiva, tenía un sólido fundamento jurídico. Así lo ha reconocido la
Audiencia y el propio Banco Europe de Inversiones quien no tardará en propiciar
su salida. Y, claro, a la MA sevillana, Mercedes Alaya, le ha faltado
tiempo para embargarle cuatro pisos en Madrid, Málaga, Benalmádena y Sevilla,
dos locales comerciales y seis cuentas bancarias, una de ellas en Luxemburgo,
su lugar de trabajo, a la otra MA gaditano malagueña. Lo malo de todo este
asunto es que Magdalena es uno de los pocos altos cargos imputados que no es
aforada y puede ser una de las primeras personalidades de gran relevancia
política que podría ir a prisión por el turbio asunto de los EREs. De momento ,Mercedes
Alaya ha conseguido algo que nadie imaginaba hace tan solo un año, doblar
la imperturbable voluntad de Magdalena Álvarez quien no sólo está partía
y doblá, sino que puede llegar a estar también arruiná despues de tantos años
de trabajo bien remunerado. Y es que el asunto de los EREs amenaza con acabar
con toda una generación de políticos que han hecho durante décadas lo que les
ha dado la gana con el dinero público.