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La casta o la política como negocio

La casta o la política como negocio

lunes 02 de junio de 2014, 07:35h

Esta suficientemente demostrado que la política es un negocio al que acceden todo tipo de advenedizos. Llegan a ella por iniciativa propia o porque alguien les recomienda, debido a su facilidad de palabra y a su carisma embaucador. En otro tiempo, los políticos actuales hubieran sido pasto de las llamas en la hoguera, o víctimas de la guillotina. Da igual del estatus que procedan o las ideas que defiendan, el caso es que la política se ha unido a la corrupción, como se une la piel al hueso, el fuego al metal, o el tonto a la linde.

Desde antiguo se ha sabido que la política era una forma de ejercer poder sobre los demás, administrar los bienes ajenos, urdir guerras en su nombre, y proyectar reformas urbanísticas donde una buena parte de los presupuestos iban a los postores. Es algo -como digo- que viene de antiguo, ya en la época de los romanos, Marcio Porcio Catón afeaba la conducta de los senadores corruptos que pertenecían a la "casta". Efectivamente no se trata de un término nuevo, aunque sea en los últimos meses cuando más se escucha. La base misma de la casta, era la clientela, gentes que se colocaban bajo la protección de un senador, o de un militar, a cambio de regalos en especie o en metálico, si les prestaban su apoyo electoral, incluso les servían de protección y acompañamiento en sus desplazamientos por Roma.

Lo explica maravillosamente Daniel Montero, en su libro titulado "La casta: El increíble chollo de ser político en España", la Esfera de los Libros 2009. Donde expone la situación alarmante a la que se enfrenta un país como el nuestro. El chollo de la casta política en España ¿Qué futuro tiene un país como España donde las casi 80.000 personas que forman la clase política están envueltas en un velo informativo sobre el despilfarro de sus privilegios? ¿Un país donde la casta política lava los trapos sucios en casa para ocultar abusos, privilegios y corruptelas? ¿Un país cuya legislación carece de una normativa específica para regular los regalos de empresarios a políticos? ¿Un país que permite que los políticos de todos los niveles disfruten de cierta libertad para disponer de dinero público? ¿Un país que ha convertido el Parlamento Europeo en el cajón de sastre para exiliados de la política, enchufados y parientes que utilizan el padrinazgo de los partidos para dar el salto a la política de mejor nivel y a un mejor sueldo?

Y todo ello, dirigido y argumentado desde antiguo, por familias y poderes económicos que van unidos, en la mayoría de los casos. A la casta, por sus privilegios, se suma todo el que de alguna manera ostenta poder, sea del Partido o ideología que sea, ya que el dinero sólo tiene un color y una ideología. Da igual que uno se confiese abiertamente de derechas o de izquierdas, al final todos las ideologías confluyen en la falta de presupuesto para mantener su actividad, y justo ahí, es donde entra a formar parte de la política la casta económica, que son los presidentes de los bancos y sus consejos de administración, las grandes empresas y las multinacionales que operan en España, y cuyos cuadros de mando están formados en su inmensa mayoría por miembros de la casta.

Por ello no es de extrañar, que la casta organice su propio organigrama económico para cuando se deja de gobernar. Los periodos legislativos son de cuatro años, en el peor de los casos, y los políticos que se ven obligados a dejar sus cargos como consecuencia de las elecciones, pasan a ser propuestos por la casta para ocupar grandes cargos en los consejos de administración de las empresas y los bancos a los que han estado favoreciendo, para no perder poder adquisitivo y de alguna manera, seguir en la actividad política, como esa puerta giratoria que mueve los destinos de todos nosotros sin cambiar de manos.

Es algo que todos los días sale en la prensa, pero a lo que el ciudadano no le da mayor importancia, puede que por ser habitual y de normal resignación. Ahora que se va Rubalcaba veremos donde acaba, con rima. Como antes sucedió con Zapatero, Aznar, Felipe González y tantos y tantos otros. La casta mueve sus hilos en las empresas que gestionan nuestra vida y nuestros servicios, por eso nada cambia y la corrupción política se mantiene.

Para una próxima vida me pediré ser político, porque el periodismo no tiene casta.

Ismael Álvarez de Toledo

Escritor y periodista

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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