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Lo primero es... lo primero

Lo primero es... lo primero

viernes 06 de junio de 2014, 07:46h
Susana Díaz Pacheco, la gran Susana, la irrepetible, la genial, la antológica, la estelar Susana se ha hartado de repetirlo hasta la saciedad en todos los rincones de la autonomía que preside. "Para mí, ha dicho la presidenta de la Junta, lo primero es Andalucía" y nada más decirlo, ha aplazado a septiembre el debate sobre el estado de la Comunidad que iba a celebrarse este mes y que debería analizar en el Parlamento de las Cinco Llagas la (pésima) situación que atraviesa Andalucía. Pues digo yo que para ser lo primero en su apretada agenda no parece que le ponga demasiado interés. Aunque también es verdad que, como presidenta de la Junta, nos tiene acostumbrados a muchas declaraciones rimbombantes que después se quedan en nada. Y es que el libro de ruta que trazó Pepe Griñán al dejarle el cargo hace un año, y que algunos ya destapamos hace meses, se está cumpliendo a rajatabla, con una precisión de reloj suzo. En el fondo, a Susana Díaz, como a tantos otros dirigentes del PSOE, lo que el gustaría es, como decía el visir Iznogud de Goscinni, "ser califa en lugar del califa". Y está dispuesta a conseguirlo caiga quien caiga y pongan las trabas que pongan sus rivales en la lucha por el poder dentro del PSOE.

De entrada a mí no me parecen mal estas aspiraciones tan ambiciosas. Cada uno es muy suyo y muy dueño a la hora de plantearse retos difíciles de alcanzar. Lo que sí me parece un fraude, un engaño y un timo como la copa de un pino es que se haya utilizado al pueblo andaluz como marioneta para conseguir logros personales. Susana ha aprovechado los votos que los andaluces le han dado al PSOE en las elecciones europeas para venderse como pieza imprescindible para dirigir su partido. Y me da la impresión que los andaluces no querían eso sino todo lo contrario, que su presidenta cogiera de una vez la sartén por el mango, el toro or los cuernos y comenzase a buscar soluciones a los graves problemas por los que atraviesa Andalucía, con o sin la ayuda de sus socios comunistas.

Pero he aquí que la historia de los últimos cuarenta años en Andalucía vuelve a repetirse de nuevo como una especie de gota malaya, como una epidemia que nos persigue. Desde que Rafael Escuredo tomó posesión como primer presidente de la Junta, al principio de los años ochenta del pasado siglo, el PSOE de Ferraz no ha hecho otra cosa que utilizar Andalucía como laboratorio de pruebas en beneficio del partido. Felipe González y Alfonso Guerra se cepillaron primero a Escuredo y después de José Rodríguez de la Borbolla por haber intentado salirse de la estricta ortodoxia que les marcaba la Ejecutiva Federal en Madrid. Colocaron a Manuel Chaves (el candidato a palos) como presidente aunque él no quería. Y nada más obtener una nueva mayoría absoluta en 2008, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se lo lleva a Madrid un año después para que sea Pepe Griñán quien se haga cargo de la Junta. Con este continuo intercambio de cromos sin pedirle opinión a los andaluces, ¿dónde queda ese interés por Andalucía que el PSOE tanto se ufana por defender?

Y ahora, cuando muchos ciudadanos incautos creian que Andalucía había encontrado ese mirlo blanco capaz de liderar un vuelco en las anquilosadas estructuras del poder socialista, corroídas por el orin de cuarenta años de gobierno ininterrumpido, llega la gran Susana Diaz y vuelve a utilizar su tierra y el voto de sus conciudadanos como trampolín para relanzar sus propias aspiraciones de poder. Yo sigo pensando que Susana es un verdadero "bluff", eso sí muy bien vendido por un marketing político intachable, que va a repetir el fracaso de Zapatero. Por ello considero que debería marcharse a Madrid cuanto antes para dejar que alguien gobierne en Andalucía, además de dar discursos demagógicos y hacer chorradas como pedirle entrevistas al Papa Francisco. A Susana, como a la mayoría de los dirigentes socialistas, le importa Andalucía un bledo. Su único interés por esta tierra radica en conservar el granero de votos que les salve los muebles de su incompetencia.

Había un dicho en la preutonomía que afirmaba: "Si el andaluz pobre piensa en Barcelona y el andaluz rico piensa en Madrid, ¿quien, coño, piensa en Andalucía?" Desde luego, Susana no. 


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