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La Asamblea y Òmnium urgen a Mas a celebrar elecciones antes de febrero

La Asamblea y Òmnium urgen a Mas a celebrar elecciones antes de febrero

> Mas consigue el apoyo de estas entidades para su consulta descafeinada y aumenta la presión sobre Junqueras

domingo 19 de octubre de 2014, 13:46h
Artur Mas le ha ganado la primera batalla a Oriol Junqueras. El presidente de la Generalitat ha conseguido que la Asamblea Nacional Catalana Y Òmnium Cultural, o sea, la llamada sociedad civil catalana, apoyen su plan de celebrar un sucedáneo de consulta y que, además, lo hayan hecho público en un acto multitudinario que se ha celebrado este mediodía en Barcelona. A cambio, estas entidades exigen a Mas que celebre elecciones antes de febrero.
Las presidentas de la Asamblea, Carme Forcadell, y Òmnium, Muriel Casals, secundan el referendo descafeinado diseñado por Mas para el próximo 9 de noviembre. También reclaman unas elecciones autonómicas de tipo plebiscitario y refrendario y demandan que las fuerzas independentistas concurran coaligadas a esos comicios en una lista conjunta, en la que ellas mismas podrían tener un hueco.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, ha aguantado en primera fila el calor poco habitual de este domingo de octubre y el clamor del público a favor de la "unidad" de las fuerzas soberanistas catalanas. "Esperabamos de nuestros representantes que caminasen juntos hasta el final del camino. Y aún lo esperamos", dijo Casals. Forcadell, por su parte, pidió que el 9 de noviembre se convierta en una jornada de protesta "contra un Estado español que nos impide ejercer nuestros derechos" y en la antesala de unas elecciones a las que las fuerzas independentistas acudan de la mano.

Eso es lo que quería Mas. Es hoy por hoy la única manera que tiene de tiene de salvar el tipo. El presidente catalán no puede permitirse ir en solitario a las autonómicas, porque es consciente de que las perderá. Su partido, CiU, está bajo mínimos en las encuestas. La corrupción, con el 'caso Pujol' a la cabeza, le pasará factura. Además, muchos votantes secesionistas preferirán decantarse por ERC o la CUP, cuyas siglas son de un independentismo mucho más genuino.

A ERC el plan de Mas no le convence. Los republicanos también quieren que se celebran unas elecciones, pero en las que cada uno vaya por su lado. Esquerra sale como ganadora en todas las encuestas. Para ellos, sería un error diluir todo su potencial de victoria en un lista conjunta. Además, Junqueras no se fía del independentismo de Mas. El líder de ERC quiere declarar la independencia de forma inmediata y unilateral en caso de que el secesionismo se imponga en el Parlament tras esos comicios y no tiene tan claro que Mas esté por la labor.

Pero ahora Junqueras está entre la espada y la pared ¿Cómo va a desoír a la sociedad civil? ¿Tendrá el arrojo suficiente para aguantar la presión de la Asamblea y Òmnium? ¿Se quedará Esquerra sola como ya le ocurrió cuando se desmarcó del proceso de reforma del Estatut? ¿Perderá votos por no escuchar las demandas de Forcadell y Casals? Todas estas preguntas planean ahora sobre un Junqueras cada vez más acorralado, que tendrá que enfrentarse durante las próximas semanas al potente entorno mediático del presidente y a las presiones de la Asamblea y Òminum a quienes hasta ahora veía como aliados.

Junqueras estuvo a punto de echarse a llorar el viernes en una entrevista radiofónica. Puede que lo hiciera porque se siente intimidado y no tiene las tablas políticas para resistir las coacciones. Pero también es posible que con esa actitud, propia de un hombre sencillo y cercano al pueblo, se haya ganado unos cuantos votos. También se ganará algunos más esta noche, cuando La Sexta acuda en su ayuda y emita un reportaje en el que se ve al líder de ERC conviviendo con una familia sevillana y derrochando naturalidad por los cuatro costados.

La política catalana está ahora en el punto de a ver quién aguanta más. Pero para Junqueras el escenario es muy complicado. A lo mejor consigue resistir las presiones y evita unirse a esa lista conjunta. Pero entonces, Mas podría culparlo de la falta de unidad, de haber estropeado la única vía hacia el independentismo. En ese caso, el presidente de la Generalitat se sentiría legitimado para dar marcha atrás y cerrar un pacto con el PSC hasta 2016, cuando acabe la legislatura, que es lo que, al fin y al cabo, le pide su socio de Unió, Josep Antoni Duran.

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