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Cuba en ruinas

Cuba en ruinas

sábado 24 de noviembre de 2007, 03:14h

No es fácil entender que gobiernos supuestamente de basamentos democráticos, como el de Venezuela y Bolivia, se declaren aliados sentimentales e ideológicos del gobierno de Fidel Castro.
En cualquier escenario político de marco democrático, se pueden profesar y justificar posiciones socialistas, socialdemócratas, socialcristianas y conservadoras.

Pero lo que no puede concebirse dentro de la decencia cívica es que haya personas, grupos o gobiernos que intenten avalar a regímenes de fuerza, como el gobierno castrista, que ha encarcelado a cientos de miles de ciudadanos por opinar de una forma discrepante; que ha fusilado a cientos de cubanos por oponerse a sus designios totalitarios; que ha torturado salvajemente a prisioneros políticos de la misma forma que lo hizo la KBG en la Unión Soviética y la STASI en Alemania del Este; y que ha hundido a embarcaciones con niños y familiares por el solo delito de querer escapar de la isla.

Si analizamos su largo recorrido hacia el totalitarismo,  Fidel Castro desde los primeros tiempos de la revolución en 1959: prohibió la libertad de prensa; suprimió la autonomía universitaria; expulsó del país a sacerdotes católicos y a religiosos protestantes; estatizó a todas las empresas privadas que existían en el país, incluyendo las agrícolas, y comenzó a instaurar planes económicos descabellados e improductivos en toda Cuba, que finalmente han dejado al país a un paso de la miseria.

La economía cubana no es sostenible sin producción doméstica y creación de riquezas. Y a pesar de la ayuda de subsidios proveniente de Venezuela, todavía el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en Cuba está un 18 por ciento por debajo del que tuvo en 1985.

Los niveles de crecimiento en Cuba son muy bajos para alimentar con niveles promedio a la población, para crear empleo, para reducir el deterioro de la infraestructura, para fomentar la creación de capital y para preparar las bases para una sociedad libre y próspera.

Los cuatro problemas casi apocalípticos que afectan el panorama socio-económico cubano son:

1.- La insuficiencia de capital, que alcanza un 50 por ciento menos, que el que poseía la URSS antes de su derrumbe. Esto provoca que la economía dependa de las inversiones extranjeras.

2.- El desempleo, que está potenciado por la falta de inversiones de capital. Sin contar que el empleo oficial disfrazado es altamente improductivo.

3.- El déficit de viviendas, que algunos expertos sitúan al nivel de dos millones de habitáculos, es una bomba de tiempo alarmante.
4.- La tasa de nacimientos, que es la más baja de la historia cubana de toda su existencia, está potenciando una población envejecida que presiona con servicios y jubilaciones sobre la economía, sin suficiente generación de relevo que supla los niveles de producción doméstica necesarios.

Todos los logros de los programas sociales del comunismo cubano, algunos discutibles y otros plausibles, se han logrado por los subsidios económicos extranjeros. Primero fue la URSS y ahora es Venezuela. Ninguno de ellos se hubiese logrado, de no existir esos subsidios, no carentes de dependencias políticas.

Cuando los subsidios venían de la Unión Soviética, hasta un acápite de la Constitución Cubana hizo referencia sumisa y vergonzosa a la grandeza del país de José Stalin.

Ahora que los subsidios tienen la marca de la Venezuela chavista, Hugo Chávez se convierte para el castrismo en un referente ineludible, también de sumisión.

Las conclusiones desastrosas que presenta la economía cubana, obligan a buscar reformas microeconómicas urgentes que generen capital doméstico y que ayuden sanamente a la inversión extranjera, cuando venga a activar la economía en un futuro cercano de transición hacia la democracia.

Un proyecto del grupo empresarial, el Grupo de Estudio Cubano (Cuba Study Group), que se fundamenta en las ideas del reconocido economista peruano Hernando de Soto y se sustenta adicionalmente en la experiencia de varias transiciones hacia la democracia de países autoritarios y dictatoriales, plantea la necesidad de crear microempresas en toda Cuba, que puedan contratar a sus empleados, con la variante de que las fincas de los pequeños agricultores y las cooperativas deben ser autorizadas a vender sus productos en el mercado libre.

Como parte de este proyecto de liberalización de la economía, se añade que:

a) debe autorizarse a organizaciones no gubernamentales que ofrezcan préstamos directamente a los agricultores y a las cooperativas.
b) deben entregarse títulos de propiedad y sin condiciones a los individuos que están viviendo legalmente en las viviendas. Esto implica la facilidad de compra y venta de propiedades, manteniendo un registro adecuado.

c) debe establecerse un banco hipotecario que ofrezca créditos a los propietarios de las viviendas, como aval de su propiedad, para la creación de microempresas.

Cuba requiere de un sistema fiscal estricto para financiar y mantener el amplio gasto social en educación y servicios de salud.
Con todo este proyecto, una vez puesto en práctica, Cuba va a producir unos 30 mil millones de dólares de capital doméstico, que es el valor estimado de las propiedades residenciales en Cuba.

En la misma dirección, el proyecto, una vez puesto a funcionar dentro de un proceso de transición democrática, va a aumentar las remesas disponibles de la familia y de los micro préstamos en montos superiores a los que se podrían esperar de la inversión extranjera directa, que para el año 2000 fue de 4.3 mil millones de dólares.

Debemos decir que aunque las reformas microeconómicas son un impulso importante, no se desestima el factor de las reformas macroeconómicas, que tendrán que realizarse paralelamente.

El debate queda abierto con sugerencias sensatas de capitalización, microempresas, empleos, viviendas y liberalización. De todos esos renglones, Cuba necesita en abundancia.

Los cubanos tendrán que ser nuevamente los actores de su destino, y este tipo de proyecto que esbozamos, podrá tener vigencia y aplicabilidad, en una Cuba en transición plena hacia la democracia y hacia la libertad. Esta es la única vía sensata para sacar a Cubas de su ruina económica actual.

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