Cada año, con la primavera, vivimos la esencia de una fiesta que atiende a la fe de la religión cristiana, una fiesta que está asentada en la tradición y cuyas actividades se caracterizan por la participación masiva de la gente. Es la Semana Santa un acontecimiento colectivo en el que las personas salen a la calle y protagonizan con su presencia algo entrañable, algo que forma parte de su esencia misma, de lo que piensan y de lo que sienten. La Semana Santa es creencia y participación.
En Toledo, por las propias características de la ciudad, estos días tienen un encanto especial. Las calles se convierte en un hervidero de gente, esencialmente en los cortejos procesionales, cuyo protagonismo, además de en las imágenes y los pasos, reside en las personas que participan de manera activa en las hermandades y cofradías, y en quienes asisten para ver el hecho singular que cada año ocurre.
La Semana Santa, vivida desde el respeto a las creencias de cada persona, presenta unos valores que bien pueden ser asumidos por todos, pues estrecha nuestros lazos fraternos. Es una tradición que nos sirve de encuentro a los toledanos, que en buena medida nos sentimos muy identificados con lo que la Semana Santa representa dentro de nuestra historia personal, en el caudal de nuestros recuerdos, de nuestras raíces y de nuestros anclajes emocionales.
Siempre he entendido la Semana Santa como un punto de intersección entre pasado y presente, como un vínculo con la tradición, con el legado que me transmitieron mis padres, pero también como un bien que yo misma trato de transmitir a mis hijos, sin imponer nada y valorando lo que de positivo tiene.
En Toledo, además, es una Fiesta de Interés Turístico Internacional. Esto es muy importante, pues, potenciando nuestras tradiciones, no solo contribuimos a acrecentar el patrimonio cultural y espiritual de cada una de las personas que la viven y la sienten, sino también favorecemos el desarrollo de nuestra ciudad. Engrandeciendo la Semana Santa aseguramos más visitas que, sin duda, ayudan a potenciar el sector turístico; cada paso que demos, por pequeño que sea, contribuirá a reforzar nuestra posición ante el mundo que nos mira y al que hay que atraer.
Ahí, en el corazón de la fiesta están creyentes y no creyentes. Son esenciales todas esas personas que participan y la hacen cada año más grande y quienes se vuelcan entregados a la emoción, convocados por el sonido de tambores y cornetas, llamados a participar en cada procesión y emplazados a integrar las comitivas de cada acto religioso. Y son imprescindibles quienes, formando parte de las hermandades y cofradías, se implican en organizar e innovar y aportan su trabajo y su tiempo. A todas estas personas que hacen grande una fiesta, Toledo debe agradecerles su empeño, su compromiso y su apego a esta ciudad que todos llevamos en el corazón.
He querido que mis palabras sean de respeto, de participación, de creencia y de sentido de lo público, pues nada de lo que pasa en la ciudad debe ser ajeno a quien la gobierna.
Vivir nuestra Semana Santa es hacerlo desde la fe, quien tenga fe, y desde el respeto. Pero también es hacerlo desde la fiesta, desde los sentidos y desde los valores cívicos, que es la manera de abonar la esperanza colectiva para construir un mundo mejor, en el que quepamos todos como personas iguales, solidarias y tolerantes y donde se excluyan todos los fanatismos.
Esta es la Semana Santa que yo siento y la que quiero para todos mis vecinos y paisanos y para todas las personas que vienen a compartirla con nosotros.
Milagros Tolón
Candidata del PSOE a la Alcaldía de Toledo
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