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España tras el 20-D, muy semejante a Italia y a Portugal... pero con diferencias

España tras el 20-D, muy semejante a Italia y a Portugal... pero con diferencias
(Foto: Agencias/DC)
lunes 21 de diciembre de 2015, 10:52h
"Españoles, bienvenidos a Italia". Una frase que pronunciaba con cierta sorna un periodista transalpino al irse conociendo los resultados de la noche electoral. Porque la tradicional atomización del parlamento romano, tantas veces ingobernable, se ha trasladado ahora al de Madrid. También existen ciertas semejanzas con nuestros vecinos portugueses, donde la victoria de la derecha -coaligada por la suma de varios partidos- en las recientes elecciones sólo le permitió gobernar unos días, tras el voto de censura del conjunto de los partidos de izquierda.

Llevaba cierta razón el colega italiano, sobre todo por la novedad que significa para nuestro país el que haya, además de los nacionalistas y pequeñas formaciones, cuatro grandes partidos que suman la inmensa mayoría de los escaños... pero sin una opción clara de alianzas para gobernar. Aunque, en Roma es peor, pues son nueve los partidos que ocupan plaza en el Cámara de Diputados, con el problema añadido de que sus miembros, 630, casi duplican a los 350 españoles y la dispersión es mayor.

De ellos, tras los últimos comicios, el Partido Democrático, procedente de la fusión de muchos otros de izquierda y centroizquierda, cuenta con 309, lo que con ciertas dificultades le permite a su líder, Mateo Renzi, tener casi asegurada la gobernanza. Todo un salto enorme a lo que ha sido habitual en Italia hasta hace poco, salvo una vez con Berlusconi y su formación con mayoría absoluta, pues antes y después la atomización de esta Cámara Baja y la falta de acuerdo y consenso llevaba a una enorme inestabilidad.

No sólo eso, también a atrasos y atascos en las leyes, discusiones eternas, caóticos enfrentamientos -hasta físicos en algunos impresentables casos- y hasta a repeticiones electorales sin cumplir los cuatro años de legislatura. Italia, con su sistema mayoritario -peor que la Ley D'Hondt que se aplica aquí- era el hazmerreír de Europa con su ingobernabilidad. A eso se refería, se insiste en tono bromista aunque con su fondo de verdad, el periodista transalpino con su frase, acogida también cion sorna por los colegas españoles.

No es previsible que se llegue a semejantes extremos en España, pero nada puede descartarse porque ni la suma de la derecha y centroderecha (PP y Ciudadanos) ni la de las izquierdas (PSOE, Podemos y sus diversas alianzas, que ya veremos cómo responden y si se someten a los dictados de Pablo Iglesias) alcanza los 176 diputados que garantizan la tranquilidad de un gobierno estable. No somos Italia, sobre todo la Italia antigua, pero es verdad que desde este domingo electoral nos parecemos mucho.

Una moción de censura en Lisboa

También tras este 20-D nos parecemos algo a Portugal, aunque añadiendo otro aspecto, el de la posible utilización de un voto de censura al Ejecutivo si éste no ha logrado el imprescindible acuerdo para llegar a esa mayoría absoluta. La semejanza con el país lusitano se da igualmente, con ciertos matices, eso sí, en cuanto a los resultados de las generales. Porque en ellas, hubo un partido de derechas -el PP portugués de Passos Coelho, como los definió Rajoy- que ganó, con un 36% de los votos y 102 escaños, pero lejos de la mayoría absoluta de los 115.

Y, para mayor semejanza con nuestro Congreso tras el 20-D, un partido de izquierdas -el PSOE luso que encabeza António Costa-, el PS con un 32% de los sufragios y 86 escaños. Claro que sumados a los 19 del Bloque de Izquierdas de Catalina Martins y a los 17 de la Coalición Democrática -que incluye al Partido Comunista, de Jerónimo de Sousa totalizaban 122, muy por encima de esa soñada mayoría absoluta.

De ahí que tras el obligado encargo presidencial a Costa de formar Gobierno, éste lo lograra y subiera al poder con la amenaza de un voto de censura de la izquierda, que veía como un país que le había votado a ella tenía un Ejecutivo de derechas. Y, claro, así fue después de un difícil acuerdo se sumaron y obligaron a Pasos Coelho a pasar a la oposición. Como en el caso de Italia, para España hay unas semejanzas, pero no una copia, ya que en ningún caso las teóricas sumas de escaños dan mayoría absoluta. Sólo las teóricas negociaciones, ya prácticamente iniciadas o apuntadas, entre los cuatro 'grandes' tendrán la solución. O unas nuevas elecciones.

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