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Chávez pierde, gana Fidel

domingo 09 de diciembre de 2007, 01:10h
Uno puede imaginar la complicada conversa de Hugo Chávez con los de su primer círculo, entre la tarde del domingo y el amanecer del lunes. Tan complicada que, seguro, concluyó con el consejo telefónico de Fidel Castro, quien tan bien lo guiara durante el golpe de 2002. “No te inmoles Hugo, eres joven y a diferencia de Allende tienes militares”, le dijo entonces.

Pero ahora la voz del ícono debió sonar un pelín irónica. Algo así como “no pues, Hugo, que basta un solo comemierda enterado para que todo se vaya al carajo… reconoce la derrota y aguanta los fierros, coño, que te queda todo un período”. También debió advertirle, malévolo, que el general Raúl Isaías Baduel está jugando el rol de Huber Matos, con la diferencia de que anda suelto.

Es que, en el balance, Castro retoma la pole position revolucionaria. Chávez se venía creyendo autor de un modelo de legitimidad superior y juraba que las elecciones eran papita para el loro. Pero, aunque el efecto demoró, ahora está igualito que Gorbachov y Pinochet. Mantuvo abierto un resquicio para la libre determinación y por ahí se coló el chiflón del diablo.

Así, Castro puede haber jugado el rol del general Matthei respecto a Pinochet, en 1988. Además, debió intuir que el gran catalizador del No, en el referendum, fue el Rey de España. Este, al indignarse contra Chávez, demostró que se le puede parar el carro. Cabe recordar que Castro fue más sagaz cuando, en la primera Cumbre Iberoamericana, supo conquistar la simpatía y hasta la ternura de Juan Carlos.

Ahora, como Lenin (y quizás sin saberlo), Chávez comienza a preguntarse qué hacer. También, como Lenin, debe estar aprendiendo que luego de un paso adelante pueden venir dos pasos atrás. El paso adelante lo dio cuando, tras el rejoneo del Rey, puso toda la carne en el asador: España debe rendirse. Bachelet no conoce el mercado del petróleo. La CNN es feudo de un nuevo Hitler. La CIA quiere matarlo. “Barril cero” para los Estados Unidos. Reactores nucleares para que Venezuela sea una potencia mundial.

El primer paso atrás debió darlo cuando sus adláteres reconocieron que el No había triunfado “por poquitico”. Sólo anotemos que ese “poquitico” es el registrado. Proyectando su tendencia, puede asumirse que del 50% que no concurrió a votar, el 25% corresponde a los opositores más sañudos: los que no quieren legitimar la Constitución, las reformas ni las elecciones de Chávez.

Parte del otro 25% estaría compuesto por chavistas “blandos”, que no quieren una Constitución a la medida del jefe. En suma, más del 50% de la sociedad se ubica en el área opositora y al menos un 75% rechaza el poder total para Chávez.

El segundo paso atrás será, quizás, el de la postergación en la construcción de FF.AA. personalizadas. Este es un punto vital, pues la polarización chavista supone una fuerza forjada desde y para el polo triunfante, como sucediera con los ejércitos soviético, chino cubano y sandinista.

Hasta el momento, Chávez venía experimentando la posibilidad de construir ese ejército a partir del realmente existente, mediante la modificación de sus reglamentos, la estructuración de una reserva armada confiable y el endoso de fórmulas doctrinales como “patria, socialismo o muerte”.

Pero el propio Chávez, en cuanto coronel cesado, debió reconocer en 1998 que Cuba es una dictadura. Sabe, por tanto, que en sus FF.AA sigue vivo el ethos profesionalista y que Baduel no es el sobreviviente exótico de una especie ya extinguida. Castro, por su lado, aprovechó el lío para decirnos que acepta ser reelegido… pero a la cubana, pues chico.


(José Rodríguez Elizondo es abogado, periodista y diplomático)
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