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Las batallitas y el dictador

Las batallitas y el dictador

martes 18 de diciembre de 2007, 15:58h

Una de las principales dificultades del periodismo económico es lograr explicar las cosas para todo el mundo. Una complicación que es extensible a los políticos metidos a esta materia, y más aún a los economistas metidos a política. Esto es lo que le ocurre a Pedro Solbes.

La parte buena es que él lo sabe y por eso trata (a veces con más éxito que otras) de explicarse de la forma más sencilla que puede, y cuál mejor que la de un abuelo que le cuenta sus batallas pasadas a su nieto. 

Cuando a Solbes le hacen una entrevista, como la de este miércoles en TVE, abunda en los ejemplos y en las simplificaciones, lo que, sin duda, facilita en gran medida la comprensión.

Pero más allá del método ‘solbiano’ para superar sus dificultades con la política, las palabras del ministro económico ofrecieron pocas novedades. Volvió sobre lo mismo que lleva diciendo varias semanas (IPC, promesas fiscales de Rajoy, crecimiento para 2008…), y situó en donde se merece el ‘chascarrillo’ de la propina: una anécdota. 

Sin embargo, el ministro pasó de puntillas por uno de los asuntos más polémicos de estos días: la visita del ‘líder’ libio, Muamar al Gadafi. Si el dictador es bien recibido en sus singulares paseos por occidente es por dos razones: su dinero y su actual colaboración en materia terrorista.

No lo admitió así Solbes, pero lo dejó entrever. De su supuesta implicación en el atentado terrorista contra un avión que volaba sobre Escocia en el que murieron 259 personas; de su dictadura y de sus múltiples violaciones de los derechos humanos; parece que nadie se acuerda cuando los billetes le rebosan en los bolsillos. 

A esto hay que añadir, sin duda, una muy importante colaboración en materia antiterrorista. Un giro que le ha permitido convertirse en el principal aliado de occidente en la zona.

Pero centrándonos en la materia económica, lo que a Solbes, a Zapatero, al Rey y a Gallardón más les importa es los más de 14.000 millones de euros en inversiones que Gadafi tiene bajo el brazo. Un pastel muy suculento al que optan las cerca de 15 empresas que almorzaron con el líder libio. 

Por cierto, al evento estaban invitadas cerca de una treintena y casi la mitad no asistieron. Una muestra más de cómo el interés por esta persona comienza y acaba en su billetera. Los que no tenían interés en lo que Libia puede ofrecer en forma de inversión, prefirieron atender otros asuntos. Normal.

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