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¡Pero si son las cuatro y media de la tarde y ya empieza a oscurecer!

¡Pero si son las cuatro y media de la tarde y ya empieza a oscurecer!

lunes 31 de diciembre de 2007, 17:24h
La falta de luz se nota. A las seis de la tarde (mejor casi decir de la noche) parecen las ocho y media, las diez o las once de la noche. Cuesta habituarse pero el clima no desmerece la ciudad.
Comienza el ritual, abrigo, bufanda, guantes y gorro. Bajo del tercer piso donde vivo, que por la cantidad de escaleras parece más bien un quinto! Ascensores difícilmente se encuentran, sobre todo en Berlín este.

    Vivo en una zona bastante estratégica. Frente a mi edificio pasaba el muro, por lo tanto está en la ex frontera con Berlín Oeste. Paseo a menudo por Kreuzberg, distrito que comienza en la calle paralela a la mía. Es como un pequeño Estambul, el barrio turco. Bazares, comida rápida de Kebabs y restaurantes otomanos se mezclan con cafés donde cada silla y cada mesa es diferente, a menudo son sofás recogidos de la calle. Esta estética berlinesa que tanto gusta a los foráneos.

    La Oranienstrasse, en Kreuzberg, trasnocha toda la semana hasta aproximadamente las 2 de la mañana. Los cafés están a rebosar, parte de la culpa es del clima, ya que se está mejor sentado con un café que pasando frío mientras caminas, sin luz a partir de las 17h y a una temperatura de casi 3 grados.

    Es un barrio muy animado donde las mujeres turcas pasean sus velos, los punkies pasean sus crestas y el resto sus bufandas o gorros.

    Cuando voy a trabajar cambio completamente de escena. Salgo de Ostbahnhof, en la parte este, cojo el tren ligero que me lleva en 20 minutos a la otra punta de Berlín, al barrio de Charlottenburg. Las casas tienen un aspecto más señorial, y es un distrito familiar. Grupos de escolares con sus mochilas acuden todas las mañanas a la Friedensburg Schule, escuela donde hago mis prácticas gracias a la Beca Leonardo.

Es una escuela ‘española’, es decir las clases se imparten en español, donde alumnos alemanes se mezclan con otros de origen latinoamericano. Es increíble como coexisten dos lenguas, aunque realmente impera el alemán, como es lógico, cuando suena la campana y los niños cambian de clase

    Salgo sobre las 14h y me dirijo a Rosenthaler platz, en el distrito de Mitte, donde colaboro con un galerista una vez a la semana. Un barrio políticamente correcto donde locales underground como el Kaffeekaschemme, con galería de arte, tienda de fanzines y cafetería se mezcla con el Starbucks más próximo.

    Berlín es una ciudad de contrastes donde todo el mundo tiene un sitio. Ciudad donde el lujo comienza tímidamente a tomar terreno pero donde el peso de lo alternativo no se lo pone fácil. La Friedrischstrasse con sus boutiques de lujo, sus Dunkin Donuts, sus tiendas de Souvenirs y las amplias avenidas poco tienen que ver, por ejemplo, con los distritos de Friedrichshain o Prenzlauer Berg. Barrios donde el tiempo parece pasar lentamente y donde el bullicio se encuentra una vez entrando en alguno de sus curiosos cafés. Las comunas hippies todavía sobreviven. Pequeñas callejuelas desembocan en  arterias de poca anchura. La iluminación es tenue e incluso hay calles que carecen de alumbrado, aunque estas últimas ya son pocas. Fachadas curiosas y pintarrajeadas con frases de tintes reivindicativos. El encanto del este donde todavía sigue siendo normal pasarse una hora por la sauna al salir de trabajar en los curiosos baños turcos, para hombres los lunes y mujeres los martes por un módico precio.

    Lo que más sorprende de Berlín, es también, la gastronomía aunque no la alemana precisamente. Los restaurantes turcos, tailandeses, chinos, japoneses, hindúes, las pizzerías italianas y los pequeños puestos de comida rápida ,asequibles para cualquier bolsillo, se suceden casi cada medio metro.

    Aquí uno se puede permitir el lujo de conocer cualquier cocina sin gastar demasiado. Otra cosa que llama la atención son los mercadillos de segunda mano. Es tradición irse un domingo por ejemplo al mercado de Mauer Park, sin que el frío sea un impedimento!

    También se encuentran cosas curiosas en el mercado de Boxhanger Platz, donde estudiantes de diseño venden serigrafías y a continuación hay un puesto de especias turcas o un a mujer que ha sacado sus restos de la RDA a precio de ganga.

    Otra opción para los amantes del arte es pasearse por la Auguststrasse donde todos los bajos de los edificios alojan galerías de arte más comerciales. Si os gusta más lo alternativo es obligación pasarse por el antiguo hospital de Bethanien reconvertido en casa de artistas o la más turística Tacheles, edificio medio en ruinas donde trabajan artistas a la vez que exponen sus obras. El edificio también tiene un cine alternativo y un café “El Zapata” que ofrece un buen programa de música en vivo.

Cada barrio tiene una vida propia y una identidad distinta. Una ciudad para ver, vivir, comer y pasear.

Importante la ropa de abrigo, sobre todo en estas fechas!
Liebe Gruss aus Berlín!!


Crónica publicada el 31 de diciembre
Adela Criado del Rey Catalán
27 años

Universidad de Bellas Artes (Vigo)
Destino: Berlín-Alemania
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