Todo son malas noticias para ZP

Todo son malas noticias para ZP

Fernando Jáuregui

   07-01-2008   La verdad es que, de aquí al 9 de marzo, casi todo lo que vaya ocurriendo va a revertir en malas noticias para Zapatero. Difícilmente se van a producir novedades alentadoras en el campo económico (y menos ahora que se ha puesto en marcha la máquina de repartir pesimismo). En los otros campos, tampoco parece fácil un amanecer rosado para el presidente. Y, en el de la lucha contra el terrorismo, cuando nos alegrábamos de la detención de dos etarras, resulta que tenemos que lamentar las lesiones producidas a uno de ellos (tema sobre el que mucho habría, y habrá, que hablar; de momento, la versión de parte de los violentos no me sirve), quién sabe cómo, dónde y por qué.

   El caso es que el candidato a repetir en el puesto ante unas elecciones mira aprensivo hacia la Bolsa, a los horarios de los trenes, por si alguno se retrasa, y hasta al cielo, sabiendo que nunca llueve a gusto de todos y que, de cualquier forma, nunca más cierto que en las carreras electorales aquello de 'piove, porco governo'. Así que el candidato a la reelección tiene que andar con pies de plomo, poniendo a mal tiempo buena cara; sobre todo, poniendo buena cara (como hizo este domingo ZP) ante preguntas de los periodistas que le resultaban más bien incómodas. Pero qué le vamos a hacer.

   Lo que ocurre es que este candidato a la reelección en el sillón de La Moncloa se ha convertido ya en un profesional: lo niega todo. Se ha especializado en ver la botella medio llena (a la oposición le corresponde verla medio vacía) y no desdeña refutar la evidencia cuando conviene, que casi siempre conviene.

   Ahí va a estar la esencia de la campaña electoral del presidente: ¿logrará mantener hasta el final esa flema británica que hace -pude comprobarlo de cerca este domingo, en el ya famosísimo corrillo en el salón de trono del Palacio de Oriente que nada lo altere? Si es así, puede que gane las elecciones, pese a todo. Si lo vence la avalancha de malas o presuntamente malas noticias, se convertirá en un buque desnortado. Apasionante espectáculo el que nos aguarda a los mirones... aunque, claro, seamos siempre las primeras víctimas de esas malas noticias que son los sapos que el candidato tiene que tragarse cada mañana.