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La metro-borroka funciona

martes 08 de enero de 2008, 11:03h

Los usuarios del metro de Madrid podemos respirar tranquilos, nunca mejor dicho, tras los veintiún días de huelga de los servicios de limpieza que han dejado pasillos, vestíbulos y andenes como el vertedero de Valdemingómez.

El acuerdo al que se ha llegado bajo la presión de más de doce toneladas de basura, algunas de ellas aportadas por los propios que ahora van a tener que darle a la fregona a base de bien, incluye la readmisión de de los trabajadores despedidos  por los actos vandálicos registrados en el suburbano que a punto han estado de costarle la crisma a más de un viajero.

Qué quieren que les diga. Mal vamos si una de las condiciones para zanjar un problema laboral consiste en hacer borrón y cuenta nueva con unos señores que se han dedicado a poner en peligro la salud y los huesos de los ciudadanos. Mal por los sindicatos que han vuelto a equivocar su papel de defensores de los derechos de los trabajadores con semejante petición, y mal, muy mal, por parte de quienes son capaces de tragar readmitiendo en sus plantillas un grupo de energúmenos.

Si esto es así, se habrá dado carta blanca al todo vale, a que el derecho de huelga contenga también el de atentar contra todo y contra todos por la causa, y volveremos a asistir a otro lamentable episodio de una estafa democrática en la que  las reivindicaciones de unos, seguramente legítimas, pasan por encima de la ley y del derecho a la seguridad de los millones de personas que viajan en metro, entre las que, supongo, se encontrarán también los padres, hijos y parentela variada de los atorrantes que despeñaban contenedores o regaban los suelos con aceite para acelerar las negociaciones con el chantaje del descalabro de la clientela.

La readmisión de estos saboteadores peligrosos es un agravio comparativo para los trabajadores que se han atenido a lo que marca la legislación en materia de protestas y un precedente peligrosísimo que nos convierte en materia de negociación de cualquier colectivo que pretenda mejoras salariales y que utilice la kale borroka como medio para conseguirlas.

A partir de ahora, si queremos un aumento de sueldo, destrocemos, agredamos y cojamos a los ciudadanos de rehenes. El resultado, por lo visto, está garantizado.

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