Los venezolanos, cansados como estamos de seguir escuchando la constante cantaleta presidencial, según la cual Venezuela estaría siendo objeto de toda clase de planes estratégicos del imperio norteamericano para desestabilizar al gobierno de la revolución, proyecto que pudiera bien llegar hasta incluir el asesinato del jefe del Estado venezolano, no le hemos prestado suficiente atención a lo que sí viene haciendo el Gobierno de Estados Unidos para demostrar la perniciosa relación que existe entre el apoyo a la guerrilla que nuestro Gobierno hoy en día admite y celebra, y el tráfico de drogas por nuestro territorio.
No estoy queriendo sugerir que de una manera deliberada el gobierno revolucionario esté favoreciendo la conversión de Venezuela en un centro de distribución de drogas. Siempre he sostenido la tesis de que nuestra FAN hacen lo que está a su alcance para detectar los cargamentos que recorren nuestro territorio.
De creer lo que constantemente anuncian los medios de comunicación sobre la creciente incautación de cocaína en carreteras, puertos y aeropuertos del país, lo que deberíamos es tener más preocupación y no más tranquilidad.
Existe una relación de causalidad directa entre la cantidad de droga que transita un mercado y la que es detectada por las fuerzas del orden cuando ellas se esmeran en hacer su trabajo. Más incautaciones no necesariamente quieren decir mayor éxito en el combate del narcotráfico, sino mayor cantidad de droga en los canales de distribución.
De ser así, los decomisos crecientes de los que las autoridades se sienten tan orgullosas lo que estarían denotando es una mayor contaminación de Venezuela con los problemas de droga de Colombia. Por otro lado, este es un terreno en el que los pecados de omisión pesan tanto como los de acción.
La abierta comandita con la guerrilla de las FARC y del ELN que no sólo se ha develado recientemente, sino que ha permitido que el Presidente venezolano haga un llamado a la comunidad internacional a otorgarles la condición de beligerancia, lo que pudiera estar dando pie, aun sin así desearlo, a un fortalecimiento muy perverso del uso del territorio nacional para que Venezuela sirva de corredor para que la industria de la droga que manejan ambas fuerzas guerrilleras coloque sus productos en los mercados consumidores.
Este es un campo donde la ingenuidad o la negligencia pueden causar estragos. Los problemas de corrupción de instituciones asociados a los capitales manejados por la narcoindustria y el cada vez más alto consumo de drogas deberían quitarnos el sueño y concitarnos a una decidida acción de colaboración con los consumidores, en lugar de estar una vez más escurriendo el bulto y endilgándole al Imperio las causas de nuestra propia torpeza.
Beatriz De Majo
Analista Internacional
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