Un Madrid peleón 'salva' a Capello y se acerca al líder

Y es que el Espanyol salió respondón y después de cinco años sin ganar al Barça le humilló en Montjuic (3-1) con un juego de mucha fuerza y goles de Luis García, Tamudo y Rufete. En Valencia, fue el segundo equipo de la ciudad, el Levante, el que encajó tres goles del los de Flores. La jornada se cierra con un difícil rival para el Madrid, el Zaragoza.

Este Barcelona no funciona. Al menos en defensa, donde le crean muchas ocasiones  y hay veces que encaja tal número de goles que no le sirven los que marca, a pesar de que tampoco en ataque andan finos Ronaldinho ni Gudjonsen. Aunque siempre queda Saviola, autor del tanto de los azulgrana.

Pero el Espanyol, justo vencedor por la pasión y fuerza -en ocasiones excesiva en algunas entradas- que le puso, no se arredró con el empate del 'pibito' -antes había marcado Luis García- y sentenció después con otros dos goles más, obra de Tamudo y Rufete.

Sin embargo, un Mallorca en crisis que erra la víctima propiciatoria para que el Sevilla sumara tres nuevos puntos, se le subió a las barbas y echó en su avión de regreso a las islas este botín, que impide a los de Juande Ramos distanciarse hasta cinco puntos y seguir a dos.

Un derbi distinto en Valencia

El derbi de la ciudad del Turia era distinto, porque sólo se da en escasísimas ocasiones, aquellas en las que el considerado segundo equipo local, el Levante, coincide en la Primera división con el Valencia. A pesar de lo cual, los levantinistas sí que han ganado en alguna ocasión a los 'primeros'.

Pero no este sábado, ya que, como era natural, son los blancos que actualmente entrena Quique Sánchez Flores los que tienen mejores mimbres y no es de extrañar que se impusieran con relativa facilidad, merced a los goles de Viana, Morientes y Ayala. De esta forma, el Valencia vuelve a la LIga de Campeones y el Levante sigue abajo.

La revolución de Capello sale adelante

Del resto, todos ellos ya en domingo, destaca el que cierra turno (21,00), un morboso Real Madrid-Zaragoza, en el que los de Capello juegan algo más que un encuentro. Porque serán recibidos hostilmente tras sus dos últimas derrotas, una de ellas en el propio estadio ante el Recreativo y porque otro tropiezo podría encendere todas las alarmas en el club.

El Real Madrid se apuntó una victoria balsámica, que le permite seguir en Liga de Campeones y recortar la distancia con el Sevilla y FC Barcelona, ante un inofensivo Real Zaragoza (1-0), al que le faltó ambición en el estadio Santiago Bernabéu, en un partido en el que Fabio Capello entregó, con el beneplácito de la grada, los galones a los recién llegados (Gago e Higuaín) y a los más jóvenes (Torres y De la Red).

El equipo blanco mejoró su versión más reciente, ya sin los elementos considerados distorsionadores en el 'once' y el atractivo de Gago e Higuaín, notables especialmente en el primer acto. No ofreció grandes argumentos ofensivos, pero sí una mejor disposición sobre el tapete y el compromiso que había faltado en sus últimas citas.

La receta de los jóvenes y el buen hacer de la nueva pareja argentina le bastaron para superar a un Zaragoza romo y sin ambición, y la afición supo reconocer el esfuerzo y entrega de sus jugadores en la ovación de despedida hacia los vestuarios. Capello encuentra así una nueva justificación para seguir implantando sus ideas más recientes en el equipo.

   La grada del Bernabéu recibió con agrado a los suyos. Se esperaba la sentencia del aficionado después de los últimos acontecimientos y el público mostró su apoyo a Capello y sus drásticas medidas. La hinchada merengue acató con resignación los despropósitos recientes y se entregó al revolucionario 'once' del técnico italiano, con el estreno de Gago e Higüain ante su público, de Torres en el lateral diestro y de Cannavaro en el eje de la zaga.

El Real Madrid encontró un oponente menos áspero de lo previsto. Llegaba el Real Zaragoza con la vitola de equipo notable, con jugadores de talla y la opción de 'colar' su nombre entre los cuatro primeros del campeonato, pero de primeras ofreció escasas prestaciones ofensivas. No pareció el equipo con instinto que se enfrentó al Sevilla ni siquiera mostró la intención de aprovechar el delicado momento que atraviesa el conjunto de Chamartín.

La no apuesta de los maños facilitó el trabajo de los madridistas, que se encontraron con un inconveniente añadido con la lesión de Raúl al cuarto de hora. Sin el capitán, el cuadro merengue se quedó con sólo dos referencias del equipo que fue, Casillas y Helguera, quien aceptó la capitanía.

La revolución de Capello tomaba forma sobre el césped. Y el equipo recuperó la cultura del esfuerzo que tanto pregona el técnico italiano. No ofreció grandes argumentos ofensivos, pero sí mostró compromiso suficiente para poder luchar de igual a igual el partido con el Zaragoza, un escenario que había brillado por su ausencia ante Getafe, Recreativo o Deportivo.

Además aprovechó su primera gran oportunidad, aunque Helguera había errado en franquicia un remate de cabeza. En la misma, Higuaín recibió y controló un balón en el área y le entregó el gol a Van Nistelrooy en línea de meta.

Era el décimo tanto del holandés en Liga y el que levantaba el ánimo de la hinchada local, después de tres partidos consecutivos (Recreativo, Deportivo y Betis en Copa) sin desnudar la meta rival. La renta incluso pudo haber sido mayor de haber acertado con algunos de los contragolpes de que dispuso en el segundo acto, pero tampoco falló la pertinente cuota de sufrimiento con un balón de cabeza que Juanfran estrelló en el larguero cuando el partido languidecía.