Primero fue el actor argentino Federico Luppi, quien participó en la manifestación antiterrorista de Madrid. Lupi había pedido 'un cordón sanitario para aislar al PP' y tildó a la derecha que representa el principal partido de la oposición de 'casi gótica' y 'cerril', además de afirmar que su actitud pone en peligro el 'propio concepto de la vida', y que para la derecha 'lo que ocurre no ocurre, y lo que no ocurre se lo inventan'.
Ayer fue el también actor, pero estadounidense, Tim Robbins, quien se encontraba en Madrid para presentar el film 'Atrapa el fuego' y apoyar el I Festival Internacional de Cine Solidario de la ciudad (ver nuestro Canal Madrid de ayer lunes), el que dijo sentirse 'utilizado' por el posado no previsto del alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón, junto a él en la sesión de fotos previa. 'Mi intención era apoyar el festival, no salir en fotos con políticos de derecha. Siento que me han utilizado', esgrimió el famoso actor estadounidense, ante un grupo de periodistas poco después de la rueda de prensa de su película, que abría anoche la primera edición del FICS.
El alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, presentó ante los medios la primera edición de este festival y compareció, posteriormente, en la sesión de fotos que tenía prevista realizar en solitario el actor estadounidense. 'Es curioso que un alcalde pueda hacer el esfuerzo de venir a hacerse una foto con un actor norteamericano pero no lo haga para unirse a la ciudadanía en una manifestación', apostilló, en referencia a la ausencia de Gallardón en la marcha en contra de ETA.
'Resulta sospechoso que el representante de la ciudadanía sea incapaz de escuchar la voz de esa ciudadanía a favor de la paz', insistía Robbins, que se ha confesado 'sorprendido y entusiasmado por la manera en que la gente reacciona ante la violencia en España. Mi corazón estará siempre con las víctimas'.
Los primeros ataques al PP, los de Luppi, han sido rápidamente arropados por José Sacristán, Cayetana Guillén, Juan Diego, Pilar Bardem, etc... presentes la mayoría de ellos en la movilización madrileña. Por supuesto que todos ellos, españoles o no, tienen derecho a opinar lo que quieran sobre el asunto que quieran aunque no sean de nuestro país, y decírselo a los medios o a quien gusten allá donde estén. Pero de ahí a insultar a un partido que representa a diez millones de españoles --un millón y medio de ellos, aproximadamente, madrileños-- hay un trecho.