No hay salud con la salud

Si usted es “beneficiario” de una de las 12 instituciones de salud provisional que operan en Chile –las impopulares isapre-, en los próximos días recibirá una conceptuosa carta. En ella, su isapre le anunciará que a partir de julio el plan de salud que usted paga todos los meses tendrá un aumento que varía entre un 7,9 y un 12%.

Su amable interlocutora le ofrecerá, sin embargo, cambiarse de plan, de manera que siga pagando lo que paga ahora pero con menores beneficios, obviamente. Y para que tenga la “libertad de elegir”, en esa carta que pronto recibirá, su amiga isapre le mostrará qué planes incluye esa oferta. Pero le entregará la información de una manera tan pero tan complicada, que después de leerla usted no entenderá absolutamente nada… De modo que para ahorrarse más molestias posiblemente se quedará con el plan que tiene… y aceptará el alza. La otra posibilidad a su alcance será cambiarse de isapre, para salir del fuego y caer en las brasas.

Es el oscuro negocio de la salud.

Oscuro como la carta que llegará a sus manos. Oscuro como las razones que justificarían el aumento, que nadie conoce con certeza. Oscuro como el margen de utilidades que obtienen las isapres por administrar los dineros que mes a mes entregan los “beneficiarios” de sus servicios.

El presidente de la asociación que agrupa a estas instituciones, el ex ministro de Hacienda Eduardo Aninat, declinó explicar las razones del alza cuando se conoció el anuncio. No pudo o no quiso responder por qué estas empresas aplican un aumento tan desproporcionado, en circunstancias que el valor de los planes que pagan los usuarios varía mes a mes en la misma medida en que sube la Unidad de Fomento (UF). Es decir, los empresarios de la salud reciben cada 30 días los aportes de sus clientes reajustados en un porcentaje idéntico al que registra mensualmente el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Todos los meses el plan de salud que usted paga tiene un aumento real equivalente a la inflación. Sobre ese incremento real ahora se anuncia este otro reajuste. Y por curiosa coincidencia, 11 de 12 isapres tomaron la decisión al mismo tiempo.

¿Oscuro o transparente?

Cinco días después del anuncio, el ex ministro Aninat decidió romper su silencio en su condición de representante de estas empresas. Hablando ante la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, quiso “desmentir, de una vez y por todas, que estamos frente a un sistema privado, ultra millonario, concentrado y cuya rentabilidad está asegurada”. Si aceptamos el desmentido del distinguido economista demócrata cristiano querría decir que las grandes empresas que velan por el financiamiento de nuestra salud no son privadas, no pertenecen a capitales relacionados con otras compañías del mercado, no perciben ganancias ultra millonarias y no tienen una rentabilidad segura.

Juzgue usted:

Las utilidades de las instituciones que controlan el negocio de la salud sumaron durante el último año  25.881.000.000 de pesos. …casi 26 mil millones de pesos. Es sólo una fría estadística pero ¿ha pensado usted cuánto representa esa ganancia en términos diarios? Basta con que divida la utilidad anual por los 365 días y noches del año, para que descubra que las isapre ganan, cada día, más de 70 millones de pesos. Y si vamos más lejos, esa utilidad es de casi …tres millones de pesos cada 60 minutos.

“Si eso es poco o es mucho, el tiempo lo dirá”, señaló el ex ministro Aninat.


¿Cuántos años de trabajo necesitaría un profesor, un empleado de clase media o un pequeño comerciante para ganar lo que las isapre obtienen en sólo un día? Esta visión podría resultar demagógica o simplista a los ojos de los empresarios que controlan tan lucrativo negocio. Ellos prefieren quedarse satisfechos con las explicaciones y las ofertas de aquella carta que usted recibirá dentro unos días.

Nunca mejor dicho: ¡no hay salud!

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Enrique Fernández
Periodista y Profesor universitario