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Una peregrinación hacia la madurez

sábado 12 de abril de 2008, 19:16h

Por primera vez, un grupo de menores infractores madrileños culminó el Camino de Santiago. Una experiencia que, según reconocen ellos mismos, les ha "removido por dentro" y enseñado valores como la convivencia, la solidaridad y el esfuerzo. Esta es su historia.

Pensaron que no lo conseguirían, pero al final estuvieron de acuerdo en que mereció la pena. Entre abrazos y risas, veinte menores infractores de la Comunidad de Madrid culminaron este sábado el Camino de Santiago y asistieron a la tradicional Misa del Peregrino que la catedral compostelana acoge a diario a mediodía. "Habéis conseguido recuperar el Camino como viaje de penitencia y renovación", les felicitó el sacerdote durante la misa.

No era para menos. Tras organizar por primera vez un viaje de estas características, la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI), que dirige Carmen Balfagón, el resultado "superó todas las expectativas", tal y como reconocieron Lorenzo Pedroche, responsable de Coordinación de Centros, y los propios menores y educadores a la salida de la catedral.

Atrás quedaron las largas caminatas, las ampollas en los pies, el desánimo a ratos, pero también el compañerismo y la convivencia. Los veinte menores que participaron en la experiencia educativa se encontraron en la Catedral tras caminar hasta Santiago de Compostela divididos en tres grupos. El primero siguió el Camino Francés a lo largo de 200 kilómetros, desde Villafranca del Bierzo, compuesto por menores de los centros Teresa de Calcuta (gestionado por Ginso) y El Pinar I (gestionado por Fundación Grupo Norte). Los menores de Los Robles, gestionado por Fundación Diagrama, escogieron el Camino Sanabrés, unos 140 kilómetros, desde Orense. Por último, el tercer grupo, formado por chavales de El Pinar II, El Laurel (ambos gestionados por Fundación Grupo Norte) y Puerta Bonita (gestionado por Fundación Respuesta Social Siglo XXI) peregrinaron por el Camino Portugués, desde la localidad de Tui. Todos ellos iban acompañados por 12 educadores y fueron recibidos a su llegada a Santiago por Pedroche y los directores de los centros.

El viaje fue organizado por la ARRMI con los objetivos de fomentar la reflexión de los chavales a través del esfuerzo, aumentar su autoestima, mejorar sus habilidades sociales y descubrir cauces de cooperación y solidaridad. La Agencia decidió apostar, a la hora de seleccionarlos, por aquellos que a lo largo de la medida han cumplido mejor los objetivos marcados y se encuentran más próximos a completar su proceso de reeducación.

"El Camino es como la vida", comentó R., uno de los menores, a la salida de la catedral. "No sabes lo que te vas a encontrar y a veces te entran ganas de volver atrás, pero, como en la vida, no puedes. Ahora lo he conseguido y me ha servido para pensar muchas cosas", añadió. Igual que A., orgulloso de haberse convertido, tal y como le recordaron los miembros de la ARRMI, "que sepamos, en el primer gitano que consigue la Compostela. Lo ha vivido, lo ha sufrido, a veces pensó que no lo conseguiría, pero sus compañeros lo han animado mucho... Y aquí está".

El viaje también sirvió para fomentar la solidaridad del grupo. Cocinaron para los educadores, les agradecieron sus atenciones —"no nos ha faltado de nada", dijo A.— e incluso fueron ellos quienes les echaron una mano cuando, por ejemplo, uno de los trabajadores de los centros sufrió una bajada de tensión. Francisco y María del Mar, educadores del Teresa de Calcuta, aseguraron que "casi hemos aprendido nosotros más de ellos. Han demostrado una educación tremenda y han sabido hacer piña como grupo". Además, añadieron, "ha sido una peregrinación cargada de emociones. Son chavales muy románticos y con mucho espíritu aventurero, y eso se nota".

Javier y Carlos, educadores de Los Robles, comentaron que a lo largo del viaje "los chavales han pasado del escepticismo a la alegría y nos han dado la oportunidad de inculcarles muchas cosas que resultan difíciles en el centro". Así lo admitió V., una de las menores de Puerta Bonita: "Un viaje así te despeja la mente y he podido pensar mucho en mi vida, en lo que voy a hacer en el futuro. Parece que hace años que salimos de Madrid".

Los menores que participan en los talleres de fotografía iban provistos de cámaras para el trabajo que presentarán en los centros a su regreso. Todos llevaban una guía de viaje con la que han estudiado los aspectos culturales de los lugares por los que pasaban y sus propias vivencias. Según explicaron los educadores de El Pinar Juan y Fernando, "el Camino ha sido duro y el tiempo no nos ha acompañado. Pensábamos que el cansancio les iba a poder, pero se han crecido". "Deberíamos repetir esta experiencia todos los años. Aquí se motivan mucho más y aprenden que todo se puede conseguir con esfuerzo", concluye.

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