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Berlusconi en Italia, Zapatero en España

martes 15 de abril de 2008, 12:42h
¿Qué es peor de las dos cosas? Los italianos han elegido la antítesis de los españoles, demostrando una vez más que somos pueblos muy parecidos aparentemente, pero muy diferentes de verdad. Comparemos razones y consecuencias de ambas decisiones sin premeditación ni alevosía. Liberal conservador, el uno; socialista progresista, el otro. Entre Berlusca y Zapatiesta. Prueben, comparen y si no les gustan, no podemos devolverles el dinero.

No conozco ningún comentarista capaz de analizar sin prejuicios y con respeto la figura política de Silvio Berlusconi. Han estado denigrándolo durante toda la campaña electoral y anunciando primero que iba a perder, luego que iba a empatar, más tarde que duraría poco por la situación del Senado. Todos estos augurios han resultado fallidos porque eran interesados: la verdad es que Berlusconi disfruta de una cierta mayoría social del país desde hace una década. Igual que España es sociológicamente 'progre' -que no progresista- desde que murió el Caudillo, Italia es sociológicamente conservadora -que no 'carca'- desde tiempos de los etruscos.

Italia no gusta de saltos en el vacío, de experimentos sociales, y por eso miró siempre con desconfianza el estado autonómico español hasta que los hechos la dieron la razón y ya no quieren separarse ni los condottieri venecianos ded dogo Bossi. A los italianos no ase les ocurrirá partir en dos la Toscana con una autopista para fomentar el turismo y el crecimiento. Prefieren ver los cipreses en las colinas del horizonte, o si no los ven, al menos saber que están ahí. Los italianos montan naves industriales y granjas agrícolas integradas en el paisaje, y salvo 4-5 grandes ciudades, viven en una red de docenas de municipios entre cien mil y diez mil habitantes, conservadas a escala humana, que son una gozada para vivir en ellas aún si hubiera que ganar menos. Italia en fin no destruye sus parajes naturales ni crea cordilleras de cemento que asustan a las nubes con tal de aumentar un punto de ese producto nacional bruto, nunca mejor dicho: bruto y mil veces bruto.

Así que donde España reelige a Zapatero, Italia reelige a Berlusconi, y ni su izquierda, la seria, la de Veltroni, quiere saber nada con los extremismos ibéricos que sólo gustaban a la izquierda comunista, que se acaba de dar el mismo tortazo que Izquierda Unida. Durante siete años en Italia, he podido diseccionar la verdad del personaje de la propaganda adversa que lo atufa. Don Silvio es un gran empresario, con los defectos y las virtudes que pueden atribuirse a este tipo de personas, incluido la comprensible obsesión por pagar menos impuestos. Pero además, es un gran empresario de la comunicación, igualito a otros de por aquí, como el fallecido Jesús de Polanco, sólo que en vez de digirir la política mediante intermediarios, bajó al ruedo personalmente.

Berlusconi no es más ladrón ni corrupto que los demás, y las persecuciones judiciales nunca han llegado a establecer grandes pecados. Es más inteligente y culto que la mayoría de los políticos en ambas orillas del Mediterráneo, y como Aznar tiene el gran mérito de haber unificado a la derecha, laminado los extremismos y ayudado a reciclar a los nostálgicos de Mussolini. Demasiado méritos para que le sean perdonados por las poderosas maquinarias de agit-pro que unifican los intereses de la izquierda ideológica con los poderes fácticos globales, que al menos desde los años noventa han decidido que sus intereses se resguardan mejor tras el girigay folclórico buenista que con los mensajes adustos conservadores. En realidad, se trata de vender y consumir cuanto más mejor, y para eso no se necesita ni documento nacional de identidad.

Berlusconi va a hacer una política de crecimiento y de liberalización hasta donde le dejen, un tanto parecida a la de los gobiernos de Aznar que sacaron al país de la crisis económica donde lo había sumido González y Solbes. Berlusconi seguirá siendo atípico primer ministro dueño de un equipo de fútbol, cliente de la mejor cirugía estética, chistoso y bastante histriónico. A las izquierdas 'a la boloñesa' -ricas, cultas y buenísimas- les pone de los nervios, les saca de quicio. Como el flautista de Hamelin digo de León, provoca chirridos neuronales a la gente consecuente, progresista y avanzada de la derecha española.

No diría jamás que Silvio Berlusconi es más de lo que es, un avispado emprendedor y un señor que con 71 años parece aún optimista y animado, lo que no es poco para quienes tenemos muchos menos. Pero me río del catastrofismo prejuicioso, del desprecio soez, y de las piruetas del silogismo que le han acompañado hasta aquí y que le acompañarán durante sus cuatro años de gobierno.
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