lunes 28 de abril de 2008, 18:46h
Lo audaz en el mundo actual parece ser comportarse lo más políticamente correcto posible. Salirse del molde es simplemente transformarse en desestabilizador. Y, por supuesto, en este sector del planeta, a excepción del presidente venezolano Hugo Chávez, nadie parece querer eso. Lo curioso -para algunos puede parecer hasta inquietante- es que cuando en América Latina alguien quiere decir que se está en la línea conservadora, de no hacer olas y de seguir con el modelo hasta las últimas consecuencias, se refugia en el caso chileno.
Y como acá el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, da lecciones de audacia, lo más conveniente es citarlo. Una columna suya, publicada en el conservador diario El Mercurio, lleva como título: “La audacia de actuar en serio”. Allí lanza sus recetas de cómo, con intrepidez, logar éxito en este competitivo mundo de economía mercado. En ella defiende su decisión de ahorrar cerca de US$ 20 mil millones provenientes de excedentes del cobre. Una de las pocas debilidades que reconoce es que hay ciertos sectores “del Estado donde el gasto ha crecido pero las estructuras son las mismas de hace décadas”. Luego agrega sólo puntos favorables. Entre otros, que Chile se encuentra en el lugar 26 de competitividad entre 131 economías, según el Foro Económico Mundial.
El ministro cierra sus lucubraciones con lo que él llama “principio de responsabilidad compartida”. Y es el siguiente: “Por cada medida que un gremio le pida al Gobierno, que ese mismo gremio anuncie una iniciativa productiva para que las empresas del sector se vuelvan más competitivas”.
Aparte del final en que sucumbe ante el cliché “Ser audaces es pensar en grande”, Velasco pone las cartas sobre la mesa casi con elegancia. Aunque de pronto uno puede tener dudas acerca de lo que habla. Por ejemplo ¿qué entenderá por gremios? ¿Se referirá a los empresarios? O ¿Serán los trabajadores? La duda es válida, ya que gremio es una agrupación de personas que ejercen una actividad en común. Originalmente, eran asociaciones de artesanos. Confiemos en que se refiere a los empresarios. Y, si es así, les está pidiendo que sean más creativos y que no le carguen la mano al Estado sin dar nada a cambio. Si efectivamente esa era su intención ¿cuál es el mensaje para los trabajadores? Porque el ministro no puede desconocer que pese a todos los éxitos macroeconómicos que enuncia tan versadamente, Chile vive hoy un extraño momento de tensión social. Casi sin organizaciones sindicales -menos del 10% de la fuerza laboral se encuentra sindicalizada y las prácticas antisindicales son comunes en el empresariado- han comenzado a surgir presiones desde distintos sectores. La principal empresa del país, la estatal Corporación del Cobres se encuentra semiparalizada por huelgas de trabajadores externalizados.
Donde el ministro no parece haber medido sus palabras es cuando se explaya acerca de lo relevante en el mundo de hoy. “A la larga, lo que importa es un Estado de calidad, infraestructura adecuada, capital humano potente, despliegue de innovación y mercados donde prima el rigor de la competencia”.
En cuanto a la primero, la evidencia reciente señala que el Estado chileno no está a la altura de las circunstancias. El propio ministro del Interior, Edmundo Pérez, ha esbozado un plan para modernizarlo. Es uno más de varios que han surgido en estos últimos diecisiete años. Él mismo reconoce que hay sectores en que, pese a las inversiones, la estructura no ha cambiado en décadas. En cuanto a la infraestructura adecuada, la salud, ferrocarriles, educación, son escenarios casi patéticos. Capital humano potente, otro punto. La crisis de la educación chilena es una verdad demasiado potente como para que la desconozca el zar de las finanzas chilenas. En cuanto a la innovación, se estima que Chile debería invertir de dos a ocho veces lo que hoy invierte en Innovación y Desarrollo (I&D). Y este es un cargo que no puede hacérsele sólo al Estado. Finalmente, el rigor de la competencia aquí no se cumple. El Estado no tiene capacidad para controlar áreas tan importantes como salud y previsión privadas, manejo financiero, prácticas de concentración económica y acciones que destruyen el medioambiente.
Tal vez si lo más audaz que muestra en su columna el ministro es no gastar ni siquiera una línea para hablar del trabajador chileno. Pareciera que la osadía pasa hoy por quedarse en la macroeconomía. Buscar en las cifras las respuestas que antes daba el humanismo. O, más recientemente, la política y no la economía.
Audacias posmodernas.
------
Wilson Tapia Villalobos
Periodista