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Nuevos inquilinos en el Museo de América

viernes 09 de mayo de 2008, 11:39h
El privilegiado entorno del Museo de América ha hecho posible que una pareja de halcones peregrinos se instalase en lo alto de la torre del edificio y haya tenido descendencia: dos tiernos polluelos, que este viernes han sido anillados.
Los jardines que rodean el Museo de América (Avenida de los Reyes Católicos, 6) lo convierten en un lugar apacible y alejado de los intensos ruidos de la ciudad. Quizá por ello una pareja de halcones peregrinos decidió hace unos años establecerse en la zona, como ocurre puntualmente en el casco urbano de la capital, donde hay cuatro parejas de esta especie, clasificada como vulnerable en el Catálogo de Especies Amenazadas de la Comunidad.

A los halcones se les veía surcar el cielo junto al Faro de la Moncloa, que linda con el Museo de América; y SEO/BirdLife, junto a esta institución, decidió facilitarles un lugar donde pudiesen criar. Por este motivo, colocaron dos cajas nido en la torre del edificio y la pareja ocupó una de ellas, como suelen hacer también en la naturaleza, donde tienen la costumbre de instalarse en las construcciones de otras aves.

Ya con un hogar asegurado, estos halcones de ciudad han tenido dos pollos, que todavía cuentan con tan sólo 20 días de vida, por lo que aún no se atreven a abandonar el nido. Este viernes SEO/BirdLife procedió a su anillamiento, una técnica que se utiliza para conocer más sobre las aves. La ocasión ha servido para mostrar las dos pequeñas crías a la prensa; una de ellas incluso parecía posar.

Para ello, ha sido necesario que un miembro de la asociación ecologista se descolgase desde lo alto de la torre para acceder a la caja nido y así poder coger los polluelos, aún con pelaje blanco, aspecto de peluche y, eso sí, imponentes picos. Les faltan unas tres semanas para poder echar a volar, y unos dos meses para que abandonen el hogar familiar y se se lancen a la búsqueda del suyo propio.

Con el tiempo adquirirán también ese distinguido aspecto que le otorgan, sobre todo en vuelo, sus afiladas alas y el color entre gris azulado y negro del dorso. Pero no ha sido la primera vez que la pareja de halcones peregrinos del Museo de América ha tenido descendencia. Ya el año pasado, tras la colocación de las cajas nido, tuvieron crías, como suele ser habitual en esta especie que se reproduce anualmente.

Las palomas, a raya
Como rapaces que son, los halcones peregrinos cazan aves para alimentarse. En concreto, atrapan a sus presas en vuelo y tienen predilección por las palomas, a las que el Museo "mantiene a raya", como bromeaba uno de sus portavoces. Para hacerse con una presa, se lanzan en picada sobre ella a más 300 kilómetros por hora, lo que los convierte en los vertebrados más rápidos del planeta.

Con dos simples cajas nido se ha conseguido que esta pareja tuviese descendencia y así ayudar en la conservación de la especie, que está en regresión en la zona centro de la Península. Además, SEO/BirdLife está elaborando el primer censo nacional de halcones, con una población estimada de entre 2.400 y 2.700 parejas.
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