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Marcos Ana en Chile

Marcos Ana en Chile

sábado 17 de mayo de 2008, 04:10h
Fuimos a un encuentro con el poeta Marcos Ana en el local de la Sociedad de Escritores de Chile. Nos encontramos con un hombre a quien sus ochenta y ocho años apenas le han envejecido. Conserva una voz rápida y sonora, y lucidez y pasión en todo lo que dice. Se dirigió durante más de una hora y media a un desbordante auditorio y reiteró sus ideas que recorren toda su poesía y su vida, que es lo mismo.

Vino a Chile a presentar sus memorias tituladas “Decidme como es un árbol”,  que conmovieron a Pedro Almodóvar hasta el punto de proyectar una película sobre la vida del poeta prisionero en las cárceles de Franco durante veintitrés años. Almodóvar dice “no he conocido a nadie tan bueno como Marcos Ana y por eso quiero hacer una película sobre él”.

Recordamos la primera visita a Chile del poeta a comienzo de los años sesenta. Recién salía de las cárceles de Franco. Había ingresado a ellas a los dieciocho años y terminó su larga pesadilla a los cuarenta y uno. Le habían arrebatado toda su juventud y no conocía siquiera el amor o la intimidad con una mujer.

Fue hijo de campesinos analfabetos. Era dirigente de la juventud socialista en su aldea de Alconada, cuando se inicio la guerra civil. En esa primera visita a nuestro país lo recibimos con un gran mitin en el teatro Caupolicán, que repletó todas sus localidades. Marcos Ana explicó entonces que su seudónimo lo había tomado de su padre, Marcos, y su madre, Ana. Fue dos veces condenado a muerte.

En sus veintitrés años de prisión recorrió las cárceles de Burgos, Ocaña y Parlier, en las celdas en las que estuvo recluido descubrió que la mejor forma de expresarse era la poesía. No se trataba sólo de hablar de sus propios sufrimientos, de las largas sesiones de tortura a las que fue sometido sino, más que nada, de los dolores de sus compañeros, de sus vidas y esperanzas. Muchos de ellos fueron fusilados y marchaban cantando hacia la muerte y defendiendo siempre su adhesión a las grandes causas que proclamara la república.

La poesía de Marcos Ana fue oral en sus orígenes. Sus versos se los repetía a sus compañeros, quienes a su vez los propagaban a viva voz y así salían a la calle y fueron populares. No es un rosario de infortunios, en su conjunto es un canto a la vida y a los descubrimientos de un prisionero de la alegría, el amor y la naturaleza. Escribe “decidme como es un árbol / decidme el canto del río / cuando se cubre de pájaros / decidme cómo es el beso de una mujer / decidme el nombre del amor, no lo recuerdo”.

Las memorias de Marcos Ana empiezan a circular en Chile y nos devuelven a un hombre que emergió de los horrores del fascismo con la misma convicción que le hicieron enfrentar dos veces al patíbulo y la pérdida de los mejores años de su vida. Es un hombre, un poeta que nunca renunció a la esperanza, su libro es una gran crónica de España en el siglo veinte, en los años del ensayo general de la segunda guerra mundial, el trágico preludio que el fascismo desencadenó sobre media humanidad y que hizo que la causa de España fuera la de la libertad y la dignidad, y cuyo héroes –como Marcos Ana- nos transmitieron un sencillo e implacable heroísmo que terminó por vencer a la muerte.

Abrazamos de nuevo a Marcos Ana, con la misma emoción de hace cuarenta años cuando recién emergía sobreviviente de una larga noche que jamás lo derrotó.

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Luis Alberto Mansilla
Periodista
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