Petardo ganadero de Samuel Flores en el adiós de Liria

Bueyes con cuernos, muchos, eso sí. Mulos con trapío, mucho, eso sí. Pero no toros de lidia, quia. Pero no ‘bos taurus’. Pero ni un mililitro de sangre brava llevaban en sus venas ninguno de los ejemplares que se iban a lidiar –mejor dicho, saltaron al ruedo- este domingo en Las Ventas. Porque, dos de los cuales, para mayor oprobio, para mayor baldón en la historia de la otrora magnífica divisa, volvieron a corrales por inválidos, y sólo se torearon, es un decir, cuatro. 

De modo que petardo y de los gordos. Petardo y de los históricos en San Isidro el que pegó este domingo la ganadería de Samuel Flores. Quizás su último servicio a la Fiesta aconteciera en 1992, en aquella excepcional corrida de Beneficencia, mano a mano Rincón-Ortega Cano, en la que ambos salieron en volandas a hombros por la Puerta Grande, ¡y también Samuel! Quien te ha visto y quien te ve.

Pero el ganadero, quizás por la vanidad –no adivino otras razones- quizás por presunción de sus amistades reales y Reales –no adivino otra razón-, comenzó a dejarse visitar y aconsejar en los tentaderos por varias figuras en general y una en particular, Enrique Ponce. Y al santo vino de la casta empezó a echársele la maldita agua de la bondad, la nobleza y otras zarandajas. Y se empezó a seleccionar a la vaca tontita y olé, con justas fuerzas y suavona para la muleta, en lugar de a la encastada, fiera y fuerte en la pelea con el caballo.

Y se empezó la cuesta abajo, que parece no haber tocado fondo. Por ello, la empresa tuvo la vergüenza de no anunciarlos en las anteriores ferias. Y la desvergüenza o el desacierto de hacerlo ahora. Total, entre tanta morralla en sus carteles, una más. Y los otrora samueles, que incluso entraban en la semana torista, son ahora los 'samulos'. Lo malo es que con el petardo, han arrastrado también las ilusiones de dos de los coletudos de la terna.

El jabato Pepín Liria

El jabato, honradísimo y excepcional lidiador –este domingo nada había que lidiar- Pepín Liria, en su despedida de Madrid, en su último paseíllo en una plaza que le quiere. A no ser que se le ofrezca otra ocasión en Otoño, que se la merece. El murcianico derrochó voluntad con el bicorne de su adiós, el quinto, que era la antítesis del toro de lidia, que era uno de los de mayor descastamiento y mansedumbre que han aparecido en Las Ventas jamás de los jamases. Algo más le dejó lucir el segundo de la tarde, un sobrero de Jaral de la Mira, también flojo, al que a base de voluntad pudo extraer algunas tandas de buenos redondos.

El otro gran perjudicado fue Serranito, que se jugaba gran parte de su campaña en este festejo. Para desgracia suya ni siquiera contó, como sus compañeros de terna, con ningún sobrero. Hubo de enfrentarse a dos 'samulos', a los que intentó extraerle –y milagrosamente lo consiguió en algunos pases sueltos- suertes similares a ese buen concepto del toreo que posee. Misión imposible. Por favor, otra oportunidad para él también.

Al que le vino muy bien la corrida fue a Esplá, cada día más sabio en teoría, cada vez más ayuno en la práctica. Salvo un par de banderillas por los adentros al sobrero de Fernando Peña, con el que luego no se metió a la hora de la flámula, el alicantino, de vuelta de todo, pasó de puntillas por su otrora entregadísima Ventas y tampoco se complicó mucho con el cuarto, éste ya, ¡ay¡ otro 'samulo', al que despachó sin apreturas ni intentos de complicarse.