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El milagroso efecto de la PC de Raúl

El milagroso efecto de la PC de Raúl

jueves 22 de mayo de 2008, 06:20h

La Cumbre de Lima fue la excepción. El jefe máximo de la revolución cósmica, en uno de sus repliegues más espectaculares, se portó como todo un buen padre de familia, como una persona bien educada, de buenas costumbres y mejor hablar. Casi como si se tratara de dólares, esta vez regaló sonrisas, abrazos, besos, elogios. Sobre todo elogios. Si algo tenemos que agradecer a la herencia cibernética del precozmente desaparecido Raúl Reyes es que anestesió al verbo más disparatado, grosero, pleitero y agresivo de todo el ámbito político mundial.

Lástima que sea por allá lejos. Como casi todas las cosas del líder insustituible, lo mejor se va para afuera. Desde el buen billete de Bush, que vuela entre maletines, bolsillos revolucionarios y compra de amistades a juro, hasta el asfalto que tanta falta le hace a las miles de trochas que dejará Bernal en Caracas y que la sabiduría revolucionaria prefiere usar para adornar las carreteras del adoptado Evo y engordar la chequera del vivaracho de Daniel.

Pero, como niño necesitado de cariño y atención, el héroe intergaláctico, se cansó de apretujar manos en otra de esas "cumbres inútiles a las que no iré más", en un esfuerzo nada disimulado por mejorar esa imagen de camorrero y, por aún, de tener muy malos amigos y peores protegidos en ese sufrido camino hacia el socialismo del siglo XXI. Especialmente en la franquicia selvática del proceso revolucionario.

Es que si la computadora sigue hablando, ahora con la certificación policial, pronto presenciaremos las más sorprendentes declaraciones del irreductible comandante.

"Mi entrañable George. Mi genocida favorito. Quiero expresarte mi más profunda admiración. El trabajo que vienes haciendo en Irak es de titanes. No desmayes. Además, gente como tú, con tu fuerza espiritual y tus convicciones guerreras, jamás desmayan. Eso lo sabemos. Un abrazo, vaquero".

"¡Hoooooolaaaaaa!, Alan. Encantado de verte. Mi ladrón de siete suelas favorito. Hermoso discurso. Todo un estadista. Coincido plenamente contigo. Estás entrando en la historia".

"¡Epaleee!, mi Rey. Un verdadero placer volver a ver a su excelencia. Apenas ayer comentaba sobre su humildad y espíritu democrático, más si tomamos en cuenta su sangre, su historia y su linaje. Le reitero que me puede mandar a callar cuantas veces quiera. No faltaba más. Siempre a sus pies".

"¡Qué hubo!, mi delincuente electoral favorito. Y pensar que dije que no te reconocería jamás ni te hablaría nunca por culpa del renegado ese que casi te gana. Venga esas cinco, mi charro".

"Mi muy querida señora, mi fascista nazi favorita. Ya Cristina me haló las orejas por estar de pasado con usted. Ya sabe que aunque no me invite me apareceré por Berlín. Déjeme darle un par de besos, su señoría".

Gracias camarada Raúl. Gracias disco duro. Esto sí es un milagro.

Elides J. Rojas
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