Qué fácil es pasar del panegírico a la lapidación. Hace solo unas semanas de Maria San Gil se decía:
"Si lo dice María es que lleva razón. San Gil es la referencia moral dentro del partido. A los que dicen lo que no ha dicho María, mienten. María es la verdad. Todos queremos a María, María es de todos. María es lo mejor que tiene el PP. Si María ha abandonado, será por un motivo esencial"
Hoy empiezan a pregonar los medios on-line que María San Gil no se presentará a la reelección como presidenta del PP Vasco.
Una nueva demostración de que el PP es un partido en el que es necesario compartir a 120% el ideario del líder de turno para ostentar un cargo orgánico, son ortodoxos y aburridos hasta en las dimisiones. El que discrepa, pierde. Un rollo de partido, vamos.
San Gil, aquejada de un virulento ataque del síndrome de Savonarola, en lugar de plantear batalla defendiendo sus ideas en el próximo congreso del PP, se ha quemado a lo bonzo en pira pública, haciendo del suicidio político un arte tan bella como inutil.
A la Donostiarra ya solo la defienden los medios cercanos a la caverna y los blogs más ultramontanos, esos que ya llevan semanas preparando el cadalso para Rajoy y que propician situaciones tan esperpénitcas como la vivida hace unos días, en la que una dulce ancianita insultaba a Manuel Fraga acusándole de, pásmense ustedes, "Rojo".
¿Que se juegan a que su gran amiga Rosa Díez le hace sitio en ese monísimo partido que ha creado a imagen y semejanza de su ego?
Si (
No(
