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Aznar no se resigna

martes 27 de mayo de 2008, 09:46h
            No sería sensato sustraerse a comentar la crisis por la que atraviesa el partido popular derivada de dos causas: la pérdida de las últimas elecciones legislativas y los errores de Mariano Rajoy al plantear una renovación ideológica y de cuadros en la organización. Pero, partiendo de esta base, es indudable que conforme se agota el plazo para la celebración del Congreso la situación se complica al confluir otros factores de muy diversa naturaleza: ideológicos, estratégicos, mediáticos, religiosos, contextuales y personales. La confusión es tanta que solo una persona sosegada y reflexiva como es Mariano Rajoy, puede afrontarla con alguna posibilidad de salir airoso y dar con la solución; y es deseable que así suceda por el bien de la democracia.

            Cerrado el primer capítulo con la dimisión mal explicada de María San Gil de sus responsabilidades, algo que era perfectamente previsible de no admitirse en el texto de la ponencia política las posturas maximalistas sobre los nacionalismos preconizadas por Mayor Oreja y el sector más radical, es indudable que Mariano Rajoy ha quedado en una posición más debilitada al perder el apoyo de tal sector, que no ha ahorrado críticas directas a su gestión y a las escasas y bien medidas aclaraciones sobre sus propósitos para ganar el centro político. Aunque no han sido muy numerosos, la relevancia de los críticos  pone de manifiesto que existe una corriente de opinión que está aglutinando a un sector importante del partido popular y que puede convertirse en poco tiempo en una autentica maniobra o conspiración o como quiera llamársele para restar apoyos a la candidatura del actual presidente y facilitar la elección de una persona que mantuviera la línea de dureza de estos años pasados.

            Y así las cosas, no es extraño que se piense en Esperanza Aguirre, en Juan Costa o en algún tapado de última hora para evitar el triunfo de Rajoy y “su” equipo en el próximo Congreso del partido y, en caso de que no fuera posible, para condicionar el nuevo rumbo que pretende introducir en el mismo para ganarse al electorado moderado del centro político.

            Al indagar quién puede mover los hilos de esta compleja trama, resulta inevitable acordarse de José Maria Aznar que, aunque dedicado ahora a ganar dinero, ha guardado significativos silencios y, en la única ocasión en que ha hablado, ha lanzado un mensaje nítido para que no se prescinda del que fue su equipo político de confianza y de las líneas básicas sobre las que desarrolló su acción política en los últimos cuatro años de su mandato presidencial. Si a su actitud se suman las declaraciones de Ana Botella, de Mayor Oreja, de Álvarez Cascos, de la cadena episcopal y de las orientaciones del algunas personas relevantes del episcopado, parece inequívoco que hay fuertes patrocinadores de la permanencia en posiciones netamente conservadoras con ribetes democristianos: una alianza poderosa que Mariano Rajoy tendrá que desactivar con habilidad rodeándose de personajes influyentes de su partido de reputación acreditada, que hay muchos, porque hay que convenir que por sí solo será difícil que se alce con el santo y menos con la limosna: Rajoy ha mejorado su liderazgo pero no es un líder carismático; necesita un equipo fuerte.

            El riesgo de aguantar el envite y ganar el próximo Congreso es que el partido popular se drene de las adherencias más derechonas de la época aznarista, o incluso que se produzca una escisión, algo mucho menos probable pero no imposible. De todos modos Rajoy ha agotado el modelo que heredó forzosamente y que se ha visto obligado a desarrollar en estos años custodiado por una guardia pretoriana que le marcó el rumbo. El lo sabe y sabe también que es su oportunidad para afirmar su liderazgo y un proyecto distinto -no sabemos cuán diferente- al que le hizo cosechar su segunda derrota electoral. En esto, en el cambio de modelo, acierta, porque no hay otra alternativa que en el futuro pueda llevar al partido popular a ganar unas elecciones generales.
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