La historia interminable

La historia se repite. Otro alcalde y la mitad de su equipo de gobierno han sido detenidos por corrupción urbanística. Esta vez ha ocurrido en Estepona. Otra vez en la Costa del Sol. Es solo el forúnculo mayor de esta pestilente infección. En los dos últimos años, 9 alcaldes de muy variadas localidades y muy distintos partidos han sido detenidos por lo mismo. Y como en el antecedente paradigmático de este turbio tipo de manejos, la Marbella de Gil, el alcalde hoy detenido llegó al cargo a lomos del discurso anticorrupción, y la trama de culpabilidades pudo hacer porque la trama de complicidades lo permitió.

Todo el mundo lo sabía, lo raro es que no haya estallado antes, y la política no hizo nada hasta que la Justicia entró en acción. Con todas sus imperfecciones, casi todas fruto de sus carencias, otra vez ha tenido que ser un juez el que ponga remedio a la desidia de los partidos políticos para extirpar de su seno a quienes utilizan sus siglas para calentarse el bolsillo al sol de la corrupción del ladrillo; actuando, a la vez, como corruptores y corruptibles. Esta vez esas siglas son las del PSOE, y la desidia la de la Junta de Andalucía. Escuchar, como estamos escuchando, a la Junta que es que legalmente no han podido llegar más allá de donde lo han hecho, y al PSOE que han expulsado a los corruptos nada más ser detenidos, son excusas. Con más de 1.500 denuncias contra el alcalde detenido, ni la Junta ni el PSOE debían haber esperado a que actuase el juez para asumir su responsabilidad política de denunciar lo que sabían que estaba pasando y promover una moción de censura contra el ayuntamiento socialista de Estepona.

Si las leyes no permiten actuar antes, que se cambien las leyes. Y si lo que alienta la corrupción es la penuria financiera de los ayuntamientos, que se les dote de recursos suficientes. ¿Por qué no lo hacen? Cada vez que la corrupción urbanística salpica a los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, los dos dicen que van a tomar medidas para que no se repita, entre otras las dos que acabo de mencionar. Pero, en cuanto cede la alarma social, se olvidan de lo dicho. Y siempre acaba por ceder. Los ciudadanos bastante tenemos con nuestros propios problemas. Siento mucho decir esto, pero es lo que pienso: la historia volverá a repetirse, ya lo verán. A ellos, los grandes partidos, lo único que en realidad les interesa es el poder. Tenerlo, y si no lo tienen conseguirlo, y cuando lo consiguen, conservarlo. Como sea. Incluso al precio de hacer jirones la credibilidad de la democracia. No debería ser así, pero me temo que así es.