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Medios de comunicación, escepticismo y Asamblea Constituyente

Medios de comunicación, escepticismo y Asamblea Constituyente

lunes 23 de junio de 2008, 01:56h

Medios de comunicación, escepticismo y
Asamblea Constituyente dramática en Bolivia

Los medios de comunicación social hoy día se transforman fantasmagóricamente en una amenaza para la democracia en cualquier lugar del mundo. Es imposible extraer de ellos reflexiones ordenadas, meditaciones precautorias o enseñanzas racionales. Múltiples lecciones dramáticas pudieron encontrarse al analizar el papel jugado por los medios masivos de comunicación durante la Asamblea Constituyente de Bolivia entre agosto de 2006 y diciembre de 2007.

Los medios predispusieron a la opinión pública boliviana en contra del gobierno liderado por el Movimiento Al Socialismo (MAS), reforzando la polarización dentro del sistema político y la Constituyente en torno a los mecanismos de votación. Los medios tuvieron un claro posicionamiento político que sobredimensionó una postura escéptica respecto a la viabilidad de la Asamblea.

Las principales tendencias

Los medios de comunicación fueron un verdadero actor político dentro del proceso constituyente con las siguientes tendencias. En una primera oportunidad, los medios no mostraron una total orientación para influir a la opinión pública en contra del gobierno, aunque sí se favorecieron algunos lineamientos inclinados hacia una posición de centro y una crítica contra el MAS, en medio de la polarización del sistema político y la Asamblea Constituyente sobre los dos tercios y la mayoría absoluta como mecanismos de votación.

En una segunda oportunidad, los medios difundieron las informaciones más importantes con despachos directos y corresponsalías desde la ciudad de Sucre. Esta posibilidad otorgó a la comunicación una posición privilegiada en la construcción de un clima de opinión nacional sobre el desarrollo político de los acuerdos y los enfrentamientos.

En vista de los conflictos regionales y el impasse sobre los mecanismos de votación en la Asamblea a finales de agosto y comienzos de septiembre de 2006, los medios estimularon un estilo de noticias con carácter más dramático. La prensa internacional tuvo su parte en la información sobre la Constituyente; estas noticias fueron de un estilo más descriptivo, destacando un tipo de democracia participativa en Bolivia.

El desarrollo político de la Asamblea Constituyente es indisociable de la cobertura realizada por los medios de comunicación social. Éstos fueron capaces de generar un ambiente discursivo que, en muchas ocasiones se inclinó hacia el sensacionalismo y el espectáculo, así como hacia la descripción de un conjunto de noticias con signo alarmista y efectos negativos que alimentaron una deslegitimación de la Constituyente fruto del énfasis otorgado a las rupturas, antes que a la posibilidad de lograr un acuerdo entre los constituyentes y diferentes sectores de la sociedad civil. Por lo tanto, es importante caracterizar el posicionamiento de los MCS que cumplieron un papel como actores políticos durante los primeros tres hitos del proceso constituyente.

Primero: antes de la Asamblea, que abarca desde la elección de constituyentes y el sí o no por las autonomías, es decir del 2 julio hasta el 5 de agosto de 2006. Segundo, inauguración e inicio efectivo de la Asamblea que abarca desde el 6 al 15 de agosto cuando comienzan las plenarias. Tercero, surgimiento de la polarización, desde el 16 de agosto hasta el 8 de diciembre de 2007, cuando la Asamblea aprobó el texto constitucional en su etapa en detalle sin alcanzar los consensos con la oposición.

El trabajo de los periódicos entre las elecciones del 2 de julio y el surgimiento de una rígida polarización política en septiembre de 2006, mostró la existencia de cuatro elementos:

a) La concentración excesiva en las divisiones políticas al interior de la Asamblea, lo cual determinó la emisión de noticias donde se destacaba la naturaleza del conflicto como espectáculo.
b) La construcción de un sistema de información y persuasión donde los medios, sobre todo periódicos, difundieron un ambiente escéptico respecto al valor de los cambios que podían obtenerse en la Asamblea.
c) Una comunicación política fuertemente utilizada por el MAS desde el canal estatal para desacreditar a Podemos y toda estrategia que se manifieste al lado de los dos tercios, identificados con el empantanamiento de la Constituyente.
d) Como contraparte, la oposición llevó adelante su propia campaña cuyo énfasis de comunicación giró alrededor de la defensa de una institucionalidad cuya única salida legal representaba el apoyo a los dos tercios, frente al planteamiento de una mayoría absoluta identificada con el autoritarismo.

Las orientaciones discursivas

Así se expandió la difusión de temores como el estallido de la violencia y divisiones irreconciliables entre oriente y occidente del país. Todos los periódicos emitieron noticias marcadas por el tremendismo, lo cual precipitó mucha información donde la Asamblea reproducía exactamente las mismas prácticas que el Congreso y los partidos tradicionales, en referencia a maniobras e incapacidad para forjar una imagen que supere los defectos del pasado. El accidente de Román Loayza, jefe de bancada de los constituyentes del MAS que al resbalar y golpearse la cabeza en pleno hemiciclo de la Asamblea en la madrugada del primero de septiembre de 2006 ingresó en estado de coma, sirvió como una evidencia para reforzar el escepticismo sobre los resultados positivos que podía producir la Constituyente.

Al mismo tiempo, los medios hicieron poco esfuerzo para definir un ámbito deliberativo que represente un intento favorable de adecuación a las necesidades comunicativas del público, en función de relacionar a los constituyentes con múltiples grupos de la sociedad civil, sus propuestas y una atmósfera de opinión donde fructifique la confianza en torno a las reformas esperadas. Esta fue la tendencia en los medios gráficos como La Razón, El Diario, Correo del Sur, El Deber, Opinión, La Prensa y Los Tiempos.

Listos para lanzar la cobertura mediática a finales de julio de 2006, los periódicos bolivianos especularon sobre un escenario futuro de la Asamblea Constituyente. Explícita e implícitamente manifestaron sus preocupaciones e incertidumbres. La elección de los asambleístas y el referéndum autonómico les dieron las primeras señales sobre un posible buen comienzo, pues casi todos los medios apostaron desde un inicio a que entre las bancadas primaría la “capacidad de consenso, acuerdo, concertación, comunicación, encuentro, tolerancia y responsabilidad”; sobre todo, el respeto a la Ley de Convocatoria a la Asamblea.

Empero, también identificaron una evidente lucha entre el MAS y Podemos fruto de las confrontaciones durante la campaña proselitista de julio de 2006. Para los periódicos, el MAS empezaba a mostrar debilidad en términos de idoneidad para la negociación política y una visión etnocentrista excluyente (o “ultra-nativista” con la defensa del carácter originario). Esta actitud tendía a mostrar excesivamente los deseos de hegemonía y un tono retórico autoritario.

Por su parte Podemos comenzaba a ser proyectado como “la oposición por excelencia” (a pesar de existir otros grupos pequeños). De esta manera, la Asamblea Constituyente fue planteada desde sus inicios como una “última oportunidad” y “necesidad histórica” para solucionar por vías democráticas y pacíficas la crisis que atravesaba el país.

El intenso trabajo informativo para la Asamblea, cuya inauguración fue presentada no sólo con simpatía sino con euforia en las primeras planas y titulares, escondía al mismo tiempo un gran escepticismo mediático que sólo los editoriales publicados después del 6 de agosto revelaron: ¿qué pasaría con las autonomías durante y después de la Asamblea? ¿Qué estrategia usarían los masistas para incluir las reformas estructurales del gobierno de Evo Morales en la Constitución? ¿Estaría lista la nueva Constitución en un año? ¿Sería puesta en práctica eventualmente? ¿El Poder Ejecutivo se haría cargo de continuar con las tareas de gobierno, o se concentraría en el trabajo de los asambleístas de su partido?

La duda también surgió claramente en torno a la capacidad media que tendrían los constituyentes para redactar una Constitución y, sobre todo, en la cuestionable lucidez interna del MAS y sus bases para elegir una presidenta de la Asamblea como Silvia Lazarte con pocas credenciales de concertación y trabajo eficaz. Este último hecho generó reacciones y divergencias editoriales porque el MAS ya estaba imponiendo su autoridad en la Constituyente al evitar que la presidencia sea libremente elegida entre todos los asambleístas. Los medios utilizaron todo a su alcance para desacreditar a la presidencia de la Asamblea para, finalmente, concluir que el proceso representó una pesadilla histórica, aunque muy bien aprovechada para aumentar audiencias y vender los escándalos.

 

Por Franco Gamboa Rocabado
Sociólogo político, investigador de Yale World Fellows Program

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