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Hillary Rodham: fortaleza singular

Hillary Rodham: fortaleza singular

lunes 23 de junio de 2008, 01:48h

Albert Hunt, columnista de Bloomberg, sostiene que "Hillary perdió la candidatura a la Presidencia no por ser mujer, sino por haber elegido las estrategias y las personas equivocadas". Y que no caben las quejas plañideras de que todo fue culpa del `sexismo latente´, haciendo referencia al comentario de Geraldine Ferraro, quien fuera la primera mujer en una fórmula presidencial del Partido Demócrata en 1984.

Probablemente, el argumento de la debilidad estratégica de la campaña de Hillary sea válida. Sin embargo, no hay que descartar el `tufillo´ de machismo que impregnó, desde siempre, el proceso de empoderamiento político de Hillary Clinton. Su llegada a la Casa Blanca fue motivo de controversia y confusión, al extremo que los asesores de imagen de la pareja presidencial tuvieron que esforzarse para `administrar´ las repercusiones que la nueva Primera Dama generaba luego de la apacible y hipertradicional Barbara Bush, su antecesora. ¡Vaya contraste! La confusión, frente al conflicto de roles y expectativas en relación con una mujer que abría brecha en el estilo de hacer y comprometerse con la política, era comprensible y un nuevo reto, no presente en el guión convencional de los expertos de imagen y comunicación política.

Con ocasión de las primarias de Ohio y cuando se perfilaba una de las competencias electorales sin precedentes en la historia, un simpatizante de Obama y feminista indicaba que los dilemas del equipo de campaña de Hillary eran evidentes. Si era inteligente, firme y asertiva, proyectaría la imagen de `dura´ o `ambiciosa´; si manifestaba sentimientos y emociones, como lo hizo con el lagrimón, recompensado por los votos en Nuevo Hampshire, podría interpretarse como excesiva debilidad, manipulación sentimental o señal de incompetencia para abordar los temas duros del Estado. No olvidemos el ácido comentario que durante la primera campaña presidencial de Bill Clinton hiciera Nixon cuando el eslogan "compre uno y llévese dos" había prendido en la opinión publica. "Si bien la esposa parece fuerte e inteligente, su marido parece un calzonazo", para concluir evocando a Richelieu: "En una mujer el intelecto es inapropiado".

Su equipo de campaña `no daba en el clavo´ en la definición de una estrategia que dejara fluir la energía y las capacidades de la primera mujer candidata a la Presidencia del país más poderoso del mundo. Para el columnista de Bloomberg, "fue una postulante que tardó demasiado en abrirse y exhibir sus dimensiones humanas, incluso su vulnerabilidad", aunque queda la duda de que `lo humano´ en una mujer política no sea una cualidad o que demasiada inteligencia sea casi un defecto, en el marco de `estereotipos de género´ que navegan en el imaginario de una sociedad tan compleja como la estadounidense.

Dos fueron los factores que influyeron en el resultado de esta contienda, que terminó confirmando la fortaleza de una mujer que hizo historia. Primero, Barack Obama irrumpió como un verdadero fenómeno político que sacudió las raíces de la apatía política que caracterizó siempre al electorado. Y, segundo, la promisoria carrera presidencial de Hillary, que coincidió con el agotamiento del ciclo político de `los Clinton´ y `los Bush´; ella era el símbolo residual de las llamadas `dinastías políticas´ de finales del siglo XX, en un tiempo de inflexión que demandaba un cambio generacional en la política estadounidense. Compitió sin ninguna concesión. Hizo lo que sólo seres excepcionales pueden hacer para darle brillo a una contienda que capturó la atención del planeta. Obama y Hillary encarnan y anuncian cambios, hace 30 años impensables, en la democracia de un país que no puede resultarnos indiferente.

* Politóloga y ex parlamentaria


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