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¿Por qué no ahora un pacto Zapatero-Rajoy?

viernes 27 de junio de 2008, 10:55h
Y ahora, ¿qué? Ibarretxe con su ‘raca raca’, los datos de la inflación más alta de los últimos trece años…Las noticias de las últimas horas no son buenas y la vida política se hace más densa, más oscura, planteando enormes retos a los gobernantes. Me cuento entre los que creen que José Luis Rodríguez Zapatero tiene mucho más sentido y olfato político de lo que muchos siguen empeñados en negarle: ahí está, sentado relativamente cómodo en el principal sillón de La Moncloa, viendo cómo el resto de las fuerzas políticas a su alrededor se recompone.

Pero estamos apenas al comienzo de la legislatura, en el horizonte se perfilan nubarrones importantes -crisis económica, la peculiar ‘consulta’ del lehendakari, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut…-, y muchas cosas van a ocurrir. Cosas que, obviamente, actuarán en desgaste de quien gobierna, aunque no esté del todo claro que, al tiempo, actúen en beneficio de quien encarna la oposición.

Difícil, muy difícil, pronosticar cómo van a acabar las cosas cuando, en 2012, o quizá antes, quién sabe -los pocos que pueden preciarse de conocerle dicen que ZP es hombre de agotar los mandatos-, José Luis Rodríguez Zapatero convoque las elecciones generales. En estos momentos, resulta hasta arriesgado pensar que el próximo duelo estelar se centre en Zapatero versus Rajoy. Tiendo a pensar, y así lo decía en el último número de esta revista, que el actual presidente del Partido Popular será el candidato de su formación, básicamente porque ahora no se avizora ningún otro.

En cualquier caso, tiendo a creer, o a esperar, que ambos lleguen a pactos sustanciosos para los intereses de los españoles. Me parece que ahora, cuando Rajoy se ve libre de (excesivas) hipotecas y Zapatero ve las orejas al lobo, es el momento en el que ambos se encuentren -lo van a hacer en breve- y pacten. Que acuerden avances sustanciales en materia territorial, de reforma constitucional, de lucha contra el terrorismo, inmigración, economía, política exterior…¿Por qué no ahora ese acuerdo sobre cuestiones que, en cualquier caso, precisan de un consenso entre los dos grandes partidos nacionales? No se trata de anular el juego gobierno-oposición, sino de resolver cuestiones que, como la justicia, se hallan enquistadas.

Tender la mano de una manera efectiva, no solamente retórica, sería, me parece, un paso inteligente por parte de Rajoy, que precisa hacerse fuerte en la moderación, frente a las posiciones irreductibles que tan poco fruto dieron en la anterior legislatura. Y, En el caso de Zapatero…

En el caso de Zapatero, ¿sería ese gran acuerdo nacional un buen colofón para dos mandatos consecutivos? He rastreado por las hemerotecas en busca de alguna declaración que sugiera que Zapatero se plantearía retirarse al cumplir los ocho años de mandato, tal vez para regresar al cabo de otra legislatura. Pero ya he dicho que ZP tiene olfato y la suficiente malicia como para no repetir el error de su antecesor en la presidencia, anunciando con antelación que se marchará al agotar su segunda legislatura. No he encontrado indicios definitivos acerca de sus propósitos: se evade cuando se le pregunta al respecto, y seguramente hace bien. Me hablan de alguna conversación privada en la que “habría sugerido” que lo más democrático es no perpetuarse en los cargos, pero no puedo responder de la literalidad de lo que sus interlocutores dicen que les dijo.

Así que habrá que arriesgar en la apuesta. Con o sin pactos con el PP -y, eventualmente, con otras formaciones-, Zapatero va a salir obviamente ‘quemado’ de los avatares de esta legislatura, que se presenta durísima. Claro que ni el pesimismo extremo de los catastrofistas, ni el optimismo sin demasiado fundamento de quienes aventuran que la crisis -crisis, sí- económica será breve, y en la última parte de la legislatura habrá regresado la bonanza, me parecen factores que ayuden a la bola de cristal a la hora de adivinar el futuro político del presidente.

Pero cierto es que muchos temas que quedaron pendientes del anterior cuatrienio estallarán ahora. No quiero dudar de la habilidad de Zapatero para encarar las dificultades, ni de su valor a la hora de afrontarlas, aunque en ocasiones sí dude de su preparación, y de la de su equipo, para solucionarlas. El citado desgaste, en todo caso, va a ser evidente. Una retirada a tiempo, si se garantiza una sucesión eficaz -que esa va a ser otra-, equivale a una victoria. Ahora, toca esperar y, tal vez, especular. Solo ZP tiene, como siempre, la última palabra; él, afortunado mortal, es dueño de su destino. Nosotros estamos destinados a elaborar algo así como una futurología política, nada más y nada menos que eso.
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