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Zapatero: ¿optimista? ¿pesimista?

Zapatero: ¿optimista? ¿pesimista?

martes 01 de julio de 2008, 17:38h
Asisto a un desayuno del foro Europa Press con el vicepresidente económico, Pedro Solbes. Nunca es posible saber si Solbes, que es uno de los valores del equipo de Zapatero, está eufórico o hundido. Lo malo es que nos ha hecho tantos pronósticos acerca de cuánto va a durar la crisis –bueno, él no lo llama así, como usted sabe bien—y sobre la intensidad de la misma, que ya estamos hechos un lío, sin atrevernos a creer en casi nada de lo que nos dicen las fuentes oficiales.

Lo último es que el epicentro del huracán se sitúa entre finales de 2008 y comienzos de 2009, y luego empezamos a remontar, hasta el rosáceo horizonte de 2010. Claro que no deja de ser una opinión, que ni siquiera me atrevo a calificar de optimista o de pesimista: sé que no es, ni mucho menos, la misma tesis que sustentaba Solbes hace poco más de cuatro meses, y eso me asusta un poco, francamente.

Ahora, toca estar pendientes de lo que nos diga Zapatero este miércoles en la sesión extraordinaria del Congreso de los Diputados dedicada a lo que todos, excepto el gobierno, llaman crisis económica. ¿Va a mostrarse ZP pesimista, como, en cierta medida, lo fue el día anterior Solbes? ¿O más bien optimista, tal cual, hasta cierto grado, vimos al vicepresidente económico este martes? Porque desde ambos puntos de vista podrían contemplarse las palabras de Pedro Solbes en su aparición en el mentado foro.

Ahí reside el núcleo central de la cuestión: la economía es ciencia susceptible de apreciarse desde el lado de la botella medio llena y también desde el de la medio vacía. Los mismos datos se pueden presentar de veinte maneras diferentes y, en cuanto a las predicciones, son gratis; ya dijo Galbraith que un economista (no, de ministros de Hacienda no habló) es alguien capaz de explicar con brillantez por qué se equivocó el día anterior en sus previsiones. A Solbes, en su intervención de este martes, se le podría achacar un matizado pesimismo o se le podría atribuir un cautísimo optimismo. Quién sabe.

Tengo para mí que ZP no irá mucho más allá que su vicepresidente a la hora de enunciar medidas para hacer frente a la crisis. No puede hacerlo, y acaso ni siquiera sepa cómo llevarlo a cabo.  Así que, si ZP, que dice que quiere cimentar la confianza de los españoles en su sistema, no logra remediarlo, vamos a salir de esta jornada parlamentaria como el negro en el sermón: con los pies fríos, muy fríos, y la cabeza caliente, muy caliente. Y eso, señor presidente, no sirve para incrementar la confianza de unos consumidores e inversores asustados en la marcha de la economía.
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