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Hallazgos asombrosos

Panamá vuelve a sorprender a la ciencia

Panamá vuelve a sorprender a la ciencia

lunes 04 de agosto de 2008, 04:28h

Se aparean en el mar, porque el macho nunca sale de él una vez que entra cuando es una cría. Las hembras se aparean a los 10 años, cada 3 o 4 hasta cumplir 100, volviendo a las playas donde nacieron a desovar a veces a pocos centímetros del nido madre.  Por eso la densidad de anidación de las playas caribeñas de Panamá. El istmo, surgido del fondo oceánico hace unos 3 millones de años, es famoso por su biodiversidad.

Es la mayor de todas las tortugas vivas conocidas, llegando a medir hasta 2 metros; el peso promedio es de unas 1200 libras, pero un macho llegó a pesar 1 tonelada. Se encuentra en todos los mares tropicales o subtropicales y es la única especie dentro de la familia Dermochelyidae, capaz de vivir en aguas árticas a pesar de ser un reptil ectotermo, es decir, sangre fría.

La tortuga laúd es una especie de características únicas, que la distinguen de otras tortugas marinas. Tiene un sistema de intercambiadores de calor contra corriente, y su gran tamaño le permite mantener una temperatura corporal de hasta 18 ºC sobre el agua circundante. Sin que se haya comprobado, se estima que la tortuga laúd tiene alguna capacidad para generar su propio calor corporal, como si fuera un mamífero.

Posee un caparazón liso y oscuro, con crestas que lo recorren desde la cabeza hasta la cola. Esta concha no está formada por escudos óseos, sino que está hecha de tejido conectivo blando (de ahí el nombre de tortuga de cuero que se le da a veces). En el caparazón no se observa el peto ni el afilado borde lateral, solo una suave curva que da una apariencia semicilíndrica al animal. Esta forma, que recuerda vagamente al instrumento musical, es la que le ha dado el nombre de tortuga laúd.

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