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César Campos

Tiro de gracia a los partidos

Tiro de gracia a los partidos

martes 12 de agosto de 2008, 02:32h
La polémica desatada a raíz de la designación del militante aprista Carlos Arana como presidente de Foncodes, desnuda el escenario irresuelto acerca del papel que deben cumplir los partidos políticos cuando alcanzan el gobierno. Escenario que empezó a ponerse turbio, es verdad, por la acción copadora de los aparatos partidarios en todos los niveles del Estado y que dio fortaleza al mensaje anti-partido de Alberto Fujimori durante la última década del siglo XX.

Parte de nuestra crisis institucional está fundamentada en el hecho de haber permitido y alentado como respuesta a lo anterior,  la vigencia de movimientos políticos efímeros, caudillistas y carentes de un engranaje de formación  interna. Aunque la ley respectiva exige a los partidos un nivel razonable de adhesión ciudadana y bases acreditadas en diversas jurisdicciones del país para registrarse, ninguna autoridad verifica el dinamismo de la vida partidaria. Ello se vuelve más laxo todavía con los grupos locales que obtienen éxito en las elecciones municipales o regionales.

Es bajo este parámetro que se ha impuesto la lógica de hacer bulla cuando se nombra a un militante del partido oficialista en un puesto de relevancia pública, creyéndolo apenas un aprovechado de las circunstancias. En el caso de Arana, se cuestiona básicamente su calidad de operador político, el lío administrativo de una de sus empresas con Consucode  - ya superado – y el posible “copamiento” de importantes esferas del poder central, al que suman los recientes nombramientos de apristas en la dirección del Ceplan y de APCI.

¿Pero es que el PAP, un partido de casi 80 años con ideología, activismo comprobado e impulso de sus cuadros laborales y profesionales, debe resignar a estos últimos a la butaca de espectadores de lo que hace su gobierno? ¿Por qué la operatividad política de Arana es peligrosa y no se le ve como un activo para organizar mejor la tarea social del Foncodes, confiando que la misma estará bajo la lupa de la Contraloría y otras instancias de fiscalización ajenas al aprismo para evitar excesos?  ¿Cómo llamar “copamiento” a la designación de altos funcionarios en puestos de confianza cuyas tareas tienen límite de tiempo y no es posible entornillarse?

El debate coyuntural acoge esa gran paradoja: se le pide más a los partidos pero simultáneamente se busca darles un tiro de gracia condenándolos a la impotencia, la vergüenza y a la esterilización de sus cuadros.

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