“Pedí a Santa Rosita que no hayan más terremotos y para que toda mi familia tenga vida”, confesó la pequeña, a la vez que la acompañaba su madre. Y es que su padre formó parte de la lista de las víctimas que dejó el terremoto del año pasado en el sur chico del Perú.
Así como esta pequeña, fueron cientos de miles los devotos, entre limeños y de otras partes del país que expresaron, desde las 6 de la mañana su fe, en el Santuario de Santa Rosa de Lima. Muchos acudían en familia con sus niños, otros llegaban con sus seres queridos de la tercera edad, y algunos en parejas. Todos movidos por la gran fe y el deseo que sus peticiones escritas en una carta sean concedidos por la Santa Patrona del Perú y América.
“Pido por que los desastres naturales ya no pasen”; “Deseo que los precios de los alimentos ya no suban”, “Pido salud para mi familia”, “Espero que haya mas trabajo”, fueron los deseos en general.
Las medidas de seguridad fueron mayores a años anteriores, así como el racionamiento de la cantidad de creyentes que podía albergar a la vez el Santuario. Las cinco puertas de acceso al templo fueron abiertas para el ingreso y salida al templo principal y al huerto jardín, hasta pasadas las nueve de la noche.
En total unas 300 personas estuvieron encargadas del orden y la seguridad en los interiores y exteriores del recinto. Las calles de Jr. Callao, Jr. Chancay y Conde de Superonda, la alrededores de la Iglesia de Santa Rosa formaron parte del recorrido de los feligreses antes de entrar.