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Sarah no es Hillary

lunes 01 de septiembre de 2008, 00:20h
El republicano John McCain ha querido anotarse un tanto al elegir, por sorpresa, a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin como su número dos en la carrera hacia la Casa Blanca. Una apuesta arriesgada pero en la que muchos han visto su intención de atraer a los votantes de la demócrata Hillary Clinton. El único problema al que McCain se enfrenta ahora es que su querida Sarah no es Hillary, la pinte como la pinte.

Sarah y Hillary tienen como único nexo de unión el hecho de ser mujeres y, si atinamos un poco más, el de ser mujeres blancas. Con esa característica que comparten millones y millones de norteamericanas, McCain quiere convencer a la legión de seguidoras de Clinton que se quedaron con ganas de que la Historia fuera para las mujeres y no para los afroamericanos de que voten por él.

Pero ¿puede ofrecer Palin lo mismo que Hillary a la vida política estadounidense? Ni por asomo. Eligiendo a la gobernadora de Alaska, McCain ha marcado un hito al colocar una mujer en el número dos de los republicanos por primera vez en la Historia; pero también ha puesto en entredicho lo que le importa realmente la figura de vicepresidente al ofrecérsela a alguien sin tener en cuenta sus aptitudes ni experiencia. ¿Cree McCain realmente que Palin es el mejor político del país para ocupar el puesto de Presidente en caso de que fuera necesario?

La experiencia política de Sarah Palin se reduce a dos años al frente de Alaska después de haberse forjado en la crucial vida política que puede ofrecer una pequeña localidad del frío estado. ¿Alguien se atreve a comparar ese historial al de Clinton, una mujer que no sólo fue primera dama sino que ha dedicado más de treinta años de su vida a la política y ha conseguido situarse como una de las mejores abogadas del país?

Y si se habla de experiencia, se puede hablar de política. Hillary y Sarah comparten bien poco de sus convicciones. Un demócrata convencido, como la gran mayoría de los seguidores de Clinton, jamás podrían votar por un perfil tan conservador como el de Palin, con quien no podrían entenderse jamás en cuestiones como el sistema de sanidad pública, el aborto o los derechos de los homosexuales.

Eligiendo a Palin, McCain consiguió al menos que, un día después de que el demócrata Barack Obama aceptara su histórica nominación, todos los focos se alejaran de Denver para acercarse a la lejana Alaska, el lugar de donde viene Sarah Palin, una mujer con una historia personal de las que -en eso si acertó el senador- gustan mucho a los estadounidenses. Está por ver aún si esa maniobra será suficiente para convencer a los votantes indecisos de que el tándem McCain-Palin es una apuesta segura para gobernar el país.
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