La crisis: peores perspectivas

Avanzada la tarde de este viernes, al cierre de la Bolsa de Madrid, la situación de los mercados era nuevamente desoladora. En sólo cinco días se habían evaporado las ilusiones abiertas por el buen comienzo de la tópica rentrée al principio de la semana, y con ellas, las efímeras ganancias de los valores. Los terribles números difundidos por FUNCAS, la prestigiosa Fundación de las Cajas, habían caído como una losa sobre los últimos vestigios de optimismos infundados. El tablero del IBEX-35 quedaba literalmente invadido por el rojo de las caídas, hasta el punto de que sólo tres valores se apuntaban ganancias, de componentes evidentemente técnicas y por tanto nada significativas.

    En su caída, el IBEX se ha acercado al nivel de los 11.100 puntos, dramáticamente lejos de aquellos 15.960 puntos de noviembre y diciembre de 2007, y el IGBM, que por las mismas fechas fluctuaba en el entorno de los 1.740 puntos, perdía incluso el nivel de los 1.200 puntos, ambos índices con recortes cercanos al 3% sólo en la última jornada de la semana.

    Sabido es que las Bolsas de valores, por el sofisticado mecanismo de la mano invisible del mercado, anticipan más o menos un año la situación previsible de la economía, de manera que las Bolsas españolas descuentan unas vacas extremadamente flacas para 2009, lo que ya sólo puede negarse desde el más ofuscado voluntarismo de la propaganda. Y nos dicen también que esta crisis puede ser más larga de lo temido. Cierto que algunos analistas mantienen el pronóstico de inicio de cambio de ciclo para 2010, pero otros igualmente solventes lo difieran ya hasta 2012, y algunos son incluso más pesimistas. ¿Cuánto empleo se habrá destruido hasta entonces? ¿Cuántas empresas habrán perecido en el camino? ¿En qué estado llegarán las familias?

    Mientras, por si fuera poco, la economía de la Unión Europea muestra sus debilidades. Por vez primera desde que existe, la Eurozona se anota un crecimiento negativo del PIB, esto es, un decrecimiento, dicho por claro, la temida recesión, lo que nos decían que no podría suceder. Incluso nuestro Gobierno, el mismo que hasta hace bien poco calificaba de “catastrofistas” y “antipatriotas” a quienes vaticinaban lo que ha sucedido, ha tenido ya que reconocer que la recesión económica es una realidad a la vuelta misma de la primera esquina. ¿Y ahora qué? Se ha cumplido una vez más la vieja prevención de que la realidad que se niega acaba por imponerse.

La palabrería hueca, los optimismos infundados, tan útiles para ganar o conservar votos, de poco sirven a la hora de afrontar los problemas reales. ¿Pero no estábamos, según proclamó el propio Rodríguez Zapatero en el Casino de Madrid pocas semanas antes de las últimas elecciones generales, “en la mejor situación económica desde hace décadas”? ¿Qué ha sucedido en tan poco tiempo para caer desde las luces del paraíso a las tinieblas de los infiernos? El mal estado de la economía europea no puede ocultar que en España la situación es aún peor.

    Ahora, el “otoño caliente” anunciado desde la oposición por Rajoy no es una posibilidad, sino una probabilidad próxima a la certeza. Los dos millones y medio de parados, una cifra que es ya toda una enmienda a la totalidad de la política económica, o de la falta de política económica, según se mire, serán probablemente bastantes más cuando termine este triste año 2008 en el que nos ha tocado cruzar el espejo de Alicia en la mala dirección, esto es, desde el País de las Maravillas a los aposentos de la dura realidad. Puede parecer atroz, pero hay muy serios analistas que, con los números macroeconómicos en la mano y sus probables evoluciones, temen que a lo largo de 2009 nuestro país destruya otros tres millones de empleos, alcanzando la estremecedora cifra de cinco millones y medio o seis millones de parados al fin del próximo año. Con esta perspectiva ¿qué señales van a emitir los mercados?