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Crítica de la película

‘El retrato de Dorian Gray’: Una película sin alma

‘El retrato de Dorian Gray’: Una película sin alma

jueves 10 de junio de 2010, 17:01h
‘El retrato de Dorian Gray’ es la perfecta adaptación del mito de Fausto a la sociedad victoriana, en ella Oscar Wilde dio rienda suelta a todo su (in)genio para hablarnos de cómo un ser angelical mancillaba su alma por la eterna belleza y juventud. "¿De qué le vale a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?" era una de las preguntas de la novela, pues bien yo me pregunto: ¿de qué sirve una adaptación cinematográfica si no tiene alma? Porque esta película es pura apariencia, es decir, está Dorian Gray pero no su retrato, están los personajes pero no sus almas. Los autores se han quedado en la superficie y no han rascado en el interior. Parece como si en vez de un retrato realizado en éxtasis por Basil Hallward esta película fuese ‘Una fotografía (más) de Dorian Gray’.
Oliver Parker sigue empeñado en llevar a la pantalla grande la literatura de Oscar Wilde, Dorian Gray es su tercer y, esperemos, último intento (el pobre Wilde debe estar retorciéndose en su tumba del Pere Lachaise). En ‘El retrato de Dorian Gray no sabe encontrar el tono adecuado y se pierde en medio de morbosas escenas que no aportan nada al relato original. Un aparte merece su puesta en escena, los movimientos de cámara se hacen cuando se quiere contar algo, no para probar que sabemos hacer una toma con grúa, o ponerla a nivel subjetivo desde el punto de vista del protagonista… Todo esto no hace sino emborronar la sintaxis de la película, o hablando más claramente marear al espectador y evitar que se centre en la historia.

Porque evidentemente la historia es muy entretenida y el guión cuenta con varias frases memorables, claro que esto no tiene ningún mérito ya que se encontraba en la obra de Wilde. No en vano, tanto en la película como en el libro, el personaje más notable es Lord Henry Wotton, ese mefistofélico y hedonista guía de Dorian en su excursión a los infiernos del placer. En la película está interpretado por un solvente Colin Firth aunque se le trastocará en un giro final desastroso con el espíritu de Wilde... ¡Bravo por el guionista!

Claro que, a pesar de todo, Firth es lo más destacable de un reparto en el que Ben Chaplin se encuentra con un Basil inexistente (a pesar de que sobre este personaje Wilde comentó: "Me gustaría ser como Dorian Gray, la gente cree que soy como Lord Henry, pero en realidad soy como Basil") y Ben Barnes confunde pureza con idiotez en los primeros minutos de la película, haciendo del personaje de Dorian un pálido reflejo del que aparece en el libro. 

Un libro que deberían leer, pero que si, por cualquier razón, no lo hacen y prefieren ver la película, escojan la versión de 1945 dirigida por Albert Lewin, puede que no alcance a la novela pero cuenta con el Lord Henry Wotton más perfecto que se pueda pensar, George Sanders.

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