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Las ganas las tenía Florentino, querido Joan

Las ganas las tenía Florentino, querido Joan

lunes 15 de enero de 2024, 19:04h

Las comparaciones siempre son odiosas. Y, más aún, cuando se sostienen en el tiempo. Real Madrid y Barcelona lo saben porque ambos clubes de fútbol son estandartes de situaciones que van más allá del propio deporte. Sin embargo, también son vasos comunicantes. Y es difícil que ambos vivan simultáneamente bonanzas, como es también complicado que coincidan en ruinas.

Allá por el 2005, servidor fue durante varios años subdirector del gratuito GOL que, en pleno boom de la prensa gratuita, fue el último diario concebido como `La hoja del lunes` pero con el fin de dar actualidad de Real Madrid y Barcelona en las dos grandes ciudades. Y en ese largo periodo, de casi cinco años, pude vivir muy de cerca las dos realidades. Lo que en Madrid y Barcelona significan los dos grandes clubes. Y he de decir, sin temor a equivocarme, que en la ciudad condal se vive con mayor intensidad el barcelonismo que en Madrid el madridismo. Quizá, porque la fuerza del Real Madrid radica en que fuera de Madrid también hay mucho más madridismo. Es el equipo estandarte de nuestro país. Lo divide entre madridistas y antimadridistas. Algo que el Barcelona no tiene. Hay poca gente antibarcelonista lejos de Barcelona. Es más la corriente anticatalana social que la futbolística. Y, por supuesto, ha crecido en los últimos años en torno a la política del enfrentamiento. Que dicho sea de paso, detesto.

Sirva este preámbulo porque ahora mismo comparar Real Madrid y Barcelona es absurdo. Es el momento de que el Puente Aéreo tiene el aire de cara hacia la capital y parece que puede tardar en soplar hacia otro lado. No lo crean. Vuelvan a la teoría de los vasos comunicantes. Pero, ojo, solo en lo deportivo. Uno necesita del otro.

Parece claro que el Real Madrid, en su propio estilo, vive momentos de tranquilidad a la espera de la inauguración del estadio Santiago Bernabeú, con un proyecto definido y que hasta parece no hacerle ni falta la guinda de Mbappé. Mientras, en el Barcelona todo son grietas. Con el equipo exiliado en Montjuic, con la afición cansada de un proyecto deportivo que, desde que salió Messi, se ha escrito con renglones torcidos más en la prensa que en el campo. Van camino de dinamitar a Xavi Hernández y a un buen número de jugadores jóvenes, que serán carne de cesiones y caminar por equipos de media tabla.

Pero donde verdaderamente está la gran diferencia no es en lo deportivo, que reitero puede cambiar de un día para otro, porque el fútbol es azaroso. El enorme , que separa a ambos clubes, es el proyecto de liderazgo que ostentan Florentino Pérez y Joan Laporta.

Ya no queda nada del Laporta que en el 2003 le ganó las elecciones a Lluis Bassat, con la ilusión de un empresario capaz de poder dar la vuelta a ese Barça, al que los años de Nuñez y Gaspart le habían convertido en un equipo exponente del siglo pasado. Recuerdo, que ya en aquel 2003, Laporta supo cómo se las gastaba Florentino puesto que el Real Madrid acabó fichando a David Beckham, aún teniendo a Figo en su posición, un jugador que había sido anunciado por Laporta como su gran carta de presentación antes de las elecciones. Poco importó. Laporta se rodeó de un buen equipo de directivos jóvenes que devolvieron ilusión al barcelonismo y, a pesar de no ganar más que la Copa Cataluña en su primer año de mandato, en can Barça creían en su proyecto, mientras que en Madrid el propio Florentino tenía que tirar la toalla envuelto en su locura galáctica.

En los siete años, que estuvo como presidente del Barcelona, el fútbol de Messi tapaba los desastres en los despachos, pero aún así tras superar una primera moción de censura, Laporta aguantó hasta 2010 e incluso temporadas como la del sextete dejaron el recuerdo en buena parte de los aficionados culés que ese tipo de presidente no era del todo una mala opción. Quizá, porque también vieron como en la acera de enfrente Florentino se había ido y su vuelta, después del periplo de Ramón Calderón, había hecho olvidar aquello de que las segundas partes...

Sólo así se puede explicar su regreso en el 2021. Además “Con ganas de volver a vernos” enfocado en ganar al máximo rival. Precisamente, eso lo ha manejado siempre muy bien Joan Laporta que sabe que ganar al Real Madrid es siempre agua en el incendio. Pero también que las derrotas ante los blancos son letales para su populismo. Porque Laporta, en el fondo, se ha convertido en un personaje, no en un gestor. Las imágenes saltando después de la semifinal no extrañan a nadie. Conocen al personaje. Pero ese éxtasis en la cena, no es la realidad. Es bien distinta. La imagen, que ha dado la vuelta al mundo, ha sido la de un abatido y entregado Joan Laporta en el palco del estadio de Riadh. En apenas tres años, en lo que en lo deportivo ha ganado una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España, ha dilapidado su crédito como gestor. Si es que alguna vez lo tuvo. Y esa imagen es fiel reflejo.

Envuelto, además, en el peor escándalo del fútbol español como es el caso Negreira, al que al le toca en sus dos etapas como presidente, Joan Laporta sólo le queda mantener en su puesto a Xavi para que los pitos no vayan hacia el palco o agarrarse al dinero de la Superliga de la mano de Florentino Pérez, algo que en el entorno culé tampoco termina de gustar.

No me extraña porque aunque se necesitan ambos equipos para sacar adelante un proyecto que puede cambiar el fútbol, el Barcelona ahora mismo no es el Real Madrid. Quizá nunca lo ha sido. Ni llegue a serlo. Por muchos vasos comunicantes que haya en lo deportivo. Por muchos Negreiras que hayan querido cambiar la suerte de los partidos. Por muchos presidentes que hayan vendido humo. Por muchos relatos que pretendan contar lo que no sucede. El Real Madrid ha sido, es y será el dominador del fútbol español mientras haya tantos madridistas como antimadridistas. Esa es la clave.

Alberto Martín

Periodista

Alberto Martín tiene una dilatada experiencia en el campo de la información, trabajando en medios de comunicación desde los años 1990 y llegando a dirigir medios como Libredirecto.com o siendo el delegado del periódico Gol en Madrid durante los años 2000. Experto en deportes y particularmente en turf

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