12 de Octubre, día de la Nazi-on

Todos los años, llegada la efeméride, los españolistas vuelcan su habitual vertido tóxico de insultos sobre los españoles que no pertenecen a su selecto club, poniendo de manifiesto un asunto mayor; los símbolos nacionales son un compendio más o menos regulado de los de la derecha (de centro a extremo) usado como arma arrojadiza -cuando no, como estiércol- con el que humillar la mancha de ser foráneo al rojigualdismo expectorante.

La llamada “fiesta nacional” es cada vez más, la excusa de ideas trasnochadas y nostalgias filo-nazis a la española, para hacer su fiesta grande, aplaudiendo al ejército como icono de la testosterona paterno-filial, con la que invisibilizar que en eso de ser español, lo son en igualdad a ellos todas las personas otorgadas con un DNI en el que pone España por encima de su foto y nombre.

Y esa, es la espinilla que nadie se atreve a tocar, porque escuece solo mirarla. La cabecita de pus de la marca España; que la nación y sus referentes culturales no pueden serlo solo de parte dando continuidad a regímenes pasados, sino que debe ser inclusiva para superar las fronteras de la más folclórica Castilla (la que recuerda a Torquemada, disfrazada a ratos de torero y a ratos de sevillana) y superar la monogamia rojigualda antes de que nos pase como a los reyes de antaño, y de tanta pureza de sangre nos salga “el hechizado”

Un poco de “el hechizado” se sienta ya en el congreso, otro poco alcanza a los medios, y otro poco se vio ayer en los abucheos. Es la religión de lagrimilla y flagelo, el yo más, que se esconde en la homofobia de quien no sale del armario, en el judío que a la fuerza se hizo converso, en el acomplejado que necesita, constante, demostrar no serlo, en el patriotismo extremo, que llora ante banderas mientras evade impuestos.

Se reivindican patriotas mientras claman la eliminación de impuestos (a las clases altas), el desmantelamiento de lo público, la deslegitimación de la democracia y las instituciones cuando no ganan ellos, tan acostumbrados a ganarlo todo. Se reivindican diciendo que la bandera es de todos, con sus vírgenes y sus tradiciones, su santoral y su monarquía, sus curas, toros, caza, machismo y homofobia, a golpe de pecho. Se reivindican como españoles, los más españoles, los españoles auténticos, los españolistas, para verter las ideas de una parte, reaccionaria, usando la españolidad, la nación, y sus símbolos para violar con sus ideas al resto.

Españoles somos todos: ateos, rojos, LGTBI, apolíticos, y también ellos.

No hay nada menos inclusivo, que divida más a los españoles, que los símbolos que se reivindican en la “fiesta nacional”

¿Por qué se llaman españoles cuando quieren decir fascistas?