Ayuso contra la democracia

El peligroso mensaje de atacar la justicia social afloró desnudo estos días de precampaña por la boca de Isabel Díaz Ayuso, mostrando los cueros intelectuales de que gusta ostentar la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Así, sin veladuras, se atacaba desde una posición institucional la condición básica que permite al común de los mortales ser ciudadanos y no súbditos, amenazando elocuentemente las bases que dan sostén a la democracia.

A quien teclea, le gustaría pensar que la señora presidenta no es consciente del peligro que entraña su discurso, vertido desde su posición, para la propia democracia, pues no cabría otra más que su expulsión de cualquier organización política que se precie de ser demócrata, tras semejante majadería si tal aberración hubiera sido expresada con conocimiento de causa.

Para que exista la democracia han de darse unas bases que permitan la participación ciudadana. Esas bases, se desarrollan a partir de la justicia social. El artículo 9.2 de la actual constitución española dice: “Corresponde a los poderes públicos facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social” No se trata únicamente de tener el derecho a la participación en tu entorno, sino de generar las condiciones para que ese derecho pueda ser ejercitado. Quienes no tienen cubierto lo mínimo, no participan, y sin participación, no hay democracia.

Y de eso va un poco todo esto, de acabar con la democracia desde dentro. Cercenar los servicios públicos e indispensables para la parte menos pudiente de la ciudadanía, de facto, es degradar las posibilidades de participación democrática de esas mismas personas. Atacar la justicia social es aquél “Que se jodan” que ya dijera Andrea Fabra, diputada del Partido Popular en el parlamento español cuando el gobierno de Rajoy recortó las ayudas a parados.

Se trata de corromper la democracia desde dentro para que solo participen aquellas personas con más recursos, es decir, las teóricas bases sociales a quienes benefician las políticas de regresión fiscal aplicadas por el gobierno de Ayuso.

No construir un ambulatorio o un colegio público en un barrio, alimentando en cambio la aparición de centros de educación privados o concertados, es una forma de impedir a las clases populares que no pueden permitirse esos servicios, su derecho a la educación o la sanidad.

No es casual las becas a ricos que otorgó el actual gobierno de la Comunidad de Madrid para chavales que estudian bachillerato en centros privados, modificando el criterio de ingresos por unidad familiar a ingresos por cada miembro de la familia, permitiendo así que una familia con por ejemplo tres hijos, con unos ingresos de 100.000 euros brutos anuales pudiera optar a beca. El dinero público destinado a ayudar a las rentas altas para pagar centros privados.

La democracia no es solo un gobierno de mayorías. Si una mayoría votara exterminar a una minoría, no sería democracia por más aplastante que fuera la victoria en la votación. No sería democracia, porque no se están respetando los derechos de esa minoría, empezando por el derecho primero y más básico de todos, que es el derecho a la vida. La democracia, es un sistema de mayorías que respeta las minorías.

El Trumpismo del Partido Popular de la Comunidad de Madrid, donde pareciera estar a los mandos un recipiente vacío que sin embargo tiene una clara línea de actuación, beneficiando siempre a los mismos estratos de la sociedad, no sería posible sin la colaboración de medios comunicación afines (o comprados) donde el abuso de la libertad de prensa es constante para la tergiversación de datos. No es casual que haya que señalar estos días la falsedad de que la tierra sea plana, que nos fumiguen con productos mágicos, o que se estén destruyendo presas para alimentar la sequía. El auge de las mentiras vertidas en forma de noticia, son el abono emocional que alimenta el abrevadero de votos proveniente de las clases perjudicadas que, manipuladas, engañadas e inconscientes, votan a quien se posiciona contra la justicia social.