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El horizonte poco feliz del 2024

martes 02 de enero de 2024, 16:23h

Un tanto por costumbre y otro por optimismo rutinario, en estos días nos saludamos deseándonos un feliz año que comienza. No es una mala costumbre en términos de deseos, pero a poco que lo pensemos dos veces nos damos cuenta que 2024 no comienza muy bien que digamos. Y sería pecar de excesiva confianza creer que puede mejorar considerablemente en los meses restantes.

Se inicia este enero mostrando una treintena de guerras, muchas de ellas ignoradas, pero con dos de ellas que suman juntas más de diez mil muertos por semana. En los 30 meses de guerra en Ucrania se estima en torno a medio millón de vidas jóvenes segadas y las cifras en Gaza ya superan los 20 mil muertos, en buena medida de la población civil.

No hay muchos indicios de estas guerras vayan a detenerse pronto. Pero no hay ninguna duda de que dejarán este año una secuela de destrucción y muerte. Y si miramos más a largo plazo, el conflicto en ciernes entre China y Estados Unidos parece seguir adelante.

Mientras se desarrolla este mundo fragmentado y confrontacional, también crece al interior de los países una división política y cultural cada vez más polarizada (que, en Estados Unidos, por ejemplo, podría significar el regreso de Trump a la presidencia).

Tampoco comienza el año con perspectivas muy prometedoras respecto de la crisis ambiental y crece la incertidumbre en torno a donde nos conduce el creciente descontrol de la inteligencia artificial.

Que nos deje como estamos

En suma, los datos prospectivos no son muy alentadores. Desde luego, a nivel individual, no cabe duda de que habrá personas para las que 2024 llegue a ser un año propicio. Pero a nivel global, todo indica que podríamos considerarnos satisfechos si se cumpliera aquel aforismo portugués que no le pide nada adicional al año nuevo, sino que suplica que no le quite lo que ha conseguido el año anterior.

Desde luego, vamos a seguir deseando un año venturoso a nuestros semejantes, pero tal cosa no será más que un reflejo de la contradicción frecuente entre el optimismo de la voluntad y el deseo y el pesimismo del conocimiento.

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