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Opinión

Sobre la gente desencantada de Podemos
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(Foto: Dani Gago/Podemos)

Sobre la gente desencantada de Podemos

> Por Enrique Gomáriz Moraga

viernes 22 de febrero de 2019, 08:56h

Hay práctica coincidencia en todos los sondeos acerca de un considerable descenso en la intención de voto a favor de Podemos. Si eso se confirma en las elecciones, la formación morada podría perder una buena porción de su representación parlamentaria. Ahora bien, todo indica que sólo una parte de ese voto desencantado iría al cauce del partido socialista encabezado por Pedro Sánchez, la mayor parte -como sucedió en Andalucía- optaría por la abstención.

Algunos observadores opinan que el desencanto con Podemos ha llegado más rápido de lo previsto. Y señalan una serie de factores diversos que concurren en esa desafección, tanto en referencia con el comportamiento de sus líderes como respecto de sus decisiones políticas. Incluso hay algunos comentarios que subrayan que lo verdaderamente extraño del fenómeno es que hayan obtenido la apreciable cantidad de votos que obtuvieron en ocasiones anteriores. Se hizo famosa la expresión de Fernando Savater acerca de que “no creía que hubiera tanto tontos en España”, para referirse al cauce electoral de Podemos en 2016.

Así las cosas, una interpretación del fuerte retroceso del partido de Iglesias podría consistir en que ya hay menos tontos en España o bien que ya se vacunaron. Más allá de la rotunda expresión sincera de Savater, lo cierto es que puede pensarse que existían antecedentes suficientes para tener una idea hace tiempo de la naturaleza del fenómeno político Podemos.

Siempre se han mencionado los dos resortes principales del fuelle Podemos. Uno de carácter social: surgió aprovechando la bronca de los afectados por la crisis económica iniciada en 2008. El otro de orden ideológico: al menos Iglesias y Errejón nunca ocultaron sus referencias. Por un lado, de carácter teórico, señalaron que bebieron de los radicales como Toni Negri o de los viejos peronistas, al estilo de Ernesto Laclau. Por el otro, se nutrieron de las experiencias del neopopulismo latinoamericano y principalmente de las que tuvieron lugar con Evo Morales en Bolivia y Hugo Chávez en Venezuela. Experiencias caracterizadas por el uso de la democracia representativa para alcanzar el poder y desde allí romper con las reglas del juego para seguir gobernando. Así sucedió cuando Morales perdió el referéndum de reelección presidencial y Maduro perdió las elecciones a la Asamblea Legislativa. Pues bien, todavía hoy en Podemos cuesta mucho desprenderse del apoyo a ese populismo autoritario latinoamericano. Tanto Iglesias como Errejón apenas alcanzan a decir ahora que hay cosas que no les gustan de esas experiencias, o bien que ya no tienen las mismas opiniones sobre algunas cosas.

En suma, si hubo mucha gente que apoyó Podemos no puede decirse que esta fuerza política ocultó sus opiniones y referencias. Claro, no sería correcto afirmar que todos los votantes de Podemos coincidían con el chavismo en Venezuela, pero entonces la cuestión tiene diversas lecturas. Una podría ser que hubo gente que les apoyó a sabiendas de su carácter populista, sólo por rechazo frente a la crisis creada. Otra, que mucha gente no supiera -ni se inquietara por saberlo- cuál era la orientación política e ideológica de Podemos. Y desde luego, otra gente que estuviera de acuerdo con Podemos con conocimiento de causa.

En cualquier caso, creo que la opinión de Savater tiene otra formulación más adecuada. El populismo surge allí donde es baja la cultura política de la ciudadanía. Cuando se tiene claro que hay que respetar las reglas del juego democráticas -más aun, cuando se está dispuesto a defenderlas- el populismo tiene muy pocas oportunidades. Lamento que haya algunos que, desde estas mismas páginas, se sientan engañados por Podemos, pero creo que deben aceptar su propia responsabilidad al respecto.

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