Jalear la muerte

Llevamos demasiado tiempo banalizando la muerte: niños que matan sin dar importancia a la vida, miles de muertos en una pandemia que se daban por números para que solo fueran una cifra, masacrados en una guerra que importan según sean de un bando o de otro, mujeres asesinadas por el simple hecho de serlo, ancianos abandonados a su mala suerte hasta que no puedan contarlo… y así podría seguir porque la vida según de quien o para quien no tiene ningún valor.

No salgo de mi pena, de mi dolor, de mi rabia, de mi impotencia y de mi asombro con lo sucedido en Barbate. De momento, tres guardia civiles asesinados por unos animales en una narcolancha mientras les jaleaban desde el muelle. No han fallecido, los han asesinado porque los han matado con la intención de hacerlo. Los narcos pudieron huir pero no, fueron a por ellos, tomaron velocidad y embistieron a la patrullera de la Guardia Civil sabiéndose impunes. Es escalofriante escuchar a la fiscal antidroga de Cádiz contando la realidad que se vive en la provincia donde las narcolanchas “torean” a las patrulleras porque saben que no les pueden alcanzar, “no hay medios, ni lanchas, ni personal”.

Ese paraíso que es la costa gaditana en el que veraneamos y tras el que se esconde una peligrosa y descorazonadora realidad, el narcoterrorismo. Parece que no se quiere ver aunque cada día los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se jueguen la vida. ¿Por qué siempre tiene que pasar lo peor para que se tomen medidas? Si es que se toman… El Gobierno sigue empecinado en amnistiar a delincuentes y blanquear el terrorismo y ese mensaje es terriblemente peligroso. Matar y hacer el mal, lamentablemente, sale muy barato en este país. La impunidad es patrimonio de los malos, mientras parte de la sociedad les apoya y justifica, como esos energúmenos que aplaudían a los narcoasesinos desde el puerto.

El mundo, a veces, se vuelve nocivamente del revés. Cuando se protege a los delincuentes, cuando se pacta con un prófugo de la justicia, cuando la guardia civil tiene una lancha de los playmobil frente a otra de cientos de miles de euros, cuando David tiene que enfrentarse a Goliat solo con su honor como divisa, su amor a España, sus valores y su obligación del deber cumplido. Cuando quien debe velar por la seguridad de los suyos está más pendiente de siete votos para conservar su sillón.

Transcribo y suscribo las palabras de Ana Villagómez, Fiscal antidroga de Cádiz : “no vayan al funeral a dar el pésame cuando después no dan los medios que hacen falta, y lo digo así de duro porque así de duro es”. No creo que haya mucho más que añadir.