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¿Qué nos pasa?

viernes 29 de septiembre de 2023, 08:29h

Las instituciones están sufriendo un deterioro sin precedentes por parte de personas que han llegado a la política con el aparente propósito de dilapidar nuestra democracia. Un presidente en funciones que no da la réplica al candidato propuesto por el Rey para la investidura y en su lugar manda a su esbirro más chulesco, un portavoz de un partido que no contesta a según qué periodistas, una presidenta de las Cortes que niega el saludo a una ministra, un prófugo de la justicia española -huido con nocturnidad en un maletero- y que ahora tiene la llave del gobierno del país del que se quiere salir… y así podría seguir detallando todas los desprecios y faltas de respeto que a diario nos hacen a los ciudadanos que les hemos dado nuestra confianza.

Y mientras ellos se pelean por sus intereses en forma de codiciado sillón y nos tienen entretenidos, nuestros niños y adolescentes están inmersos en una espiral de violencia, indolencia y sexo difícilmente explicable y mucho menos entendible. Violaciones grupales, niños de 6 años que abusan de otra niña en el recreo, adolescentes que acosan y agreden a chicas “desnudándolas” mediante una aplicación, reyertas… y lo último, un chico que, cuchillos en mano, apuñala en el instituto a profesores y a quien se cruza en su camino. Eso por no hablar del suicidio y los problemas de salud mental.

La ridiculización, los insultos, el enfrentamiento, las faltas de respeto -en las formas y a las personas- y el tweet más viral se han apoderado del Parlamento. Me pregunto, ¿qué nos hacía pensar que no iba a suceder lo mismo en las familias, en los colegios, en las universidades, en los trabajos, en la calle…? Una sociedad reflejo de un mundo que cuando no está mirándose el ombligo es porque está mirando hacia otro lado.

Vivimos en un universo virtual en el que conocemos las fotos antes que a las personas sumado a la falta de autoridad, de referentes, el acceso en la palma de la mano a todo: desde el porno hasta el juego; un individualismo extremo, no poner límites y una sobreprotección malentendida que es una fábrica de tiranos e intolerantes a la frustración… pese a todo, estoy convencida que aún queda sitio para la esperanza; pero, cómo estará la cosa, para que con la semana que llevamos, la noticia sea que un chico que tiene dos trabajos y saca adelante a su familia, se dirige a aquellos otros que lo tienen fácil para que lo valoren y que no den disgustos a sus padres. Igual la “nueva normalidad” era esto, que lo natural fuera lo extraordinario.

No se trata de ponernos derrotistas pensando que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, porque eso nos paralizaría impidiéndonos avanzar, incluso, correríamos el riesgo de despreciar el presente y perder la ilusión por el futuro. Sin embargo, en algún momento tendremos que pararnos para ver qué está pasando y qué responsabilidad tenemos cada uno. Sería un buen momento para recordar lo que decía Einstein: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera”.

Esther Ruiz Moya

Periodista

Esther Ruiz Moya es comunicadora, creativa, escritora y motivadora. Premio Círculo Rojo 2021. Colaboradora en medios en España y Estados Unidos. Autora del libro 'Cuando esto pase...', sobre la pandemia y el confinamiento. Autora del podcast 'A Contraluz', disponible en Spotify

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