Si no fuera por Irene...

¡Qué suerte la nuestra! La de las mujeres, digo… ¡Menos mal que tenemos a Irene Montero y a sus “amiguis”!

No sé si somos totalmente conscientes de nuestra fortuna…Nuestras vidas estaban en penumbra, inmersas en la culpa y en la vergüenza, víctimas de reglas que nos estigmatizaban y sufríamos en silencio. Sin maquillarnos ni vestirnos como queríamos, sin poder salir ni viajar, al no tener un punto violeta al que agarrarnos… Escondidas bajo una toalla en la playa por no tener cuerpos de top model, mártires de la “violencia estética”… En fin, ¡un sin vivir!

Y llegaron ellas y nos salvaron. Me las imagino en el Falcon abriendo todos los cajoncitos a ver qué hay dentro y tocando todos los botocintos entre risas, selfies y un “mira tía, qué fuerte”. Llegando por la noche de Times Square y juntándose en una habitación llevando cada una lo de su mini bar como en las excursiones del Insti y surgiendo entonces la tormenta de ideas para las siguientes campañas, que para eso tienen un buen presupuesto y hay que darle vida. Supongo que sería entonces cuando se les ocurrió la última: #elveranoesnuestro ¡Qué maravilla!

Lo único que a las “ideólogas del sí es sí” se les pasó una cosita, y es que para utilizar la imagen de una mujer, también se necesita consentimiento… y no es excusa que se lo encargaron a otro porque, digo yo, que alguien debería supervisar ese trabajo ¡no será por asesoras! Estamos tan metidos en la chorrada que se nos olvida lo importante y si no fuera por el dinero que nos cuestan, sería hasta gracioso.

A mí, lo de que me infantilicen no me hace mucha gracia, la verdad, tampoco me gusta que me cuenten películas ni que me hagan ver un drama donde no lo hay y lo que no soporto es que me mientan, que se inventen un problema para luego idear un plan hallando la milagrosa solución. Y les digo más, a mí me gusta que me tomen en serio y me respeten y que respeten a todas las mujeres y que el ministerio de Igualdad sea el ministerio de todos, porque la igualdad es inclusiva no excluyente.

Y después de este desahogo, no me queda mucho más que decir, tan solo desearles un buen verano porque, con la que está cayendo… ¡el verano también es suyo!