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Los escalones de enero

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 11 de enero de 2022, 11:30h

En esta cuesta de enero, más cuesta que nunca, que amenaza con prolongarse varios meses por la avenida de la inflación, es inevitable recordar los escalones que se han introducido en dicha cuesta del denominado hiperbólicamente progresismo español. Sin olvidar la crisis de la salud provocada por la pandemia mundial que no es culpa del Gobierno, aunque agravada por su tratamiento desidioso y desordenado del tema que, en estos días, se presenta desde un intento de “gripalizar” el tema como forma de encubrimiento de sus datos estadísticos. También cuentan en la cuesta de enero del Gobierno sus inoportunos enfrentamientos con ganaderos, ginecólogos, jugueteros o cualquier otra actividad que levante cabeza.

El primer escalón es el desconocimiento del fondo nacional de nuestro sistema de Estado. Sistema que puede cambiar, como sucedió en los años de la reforma política y la Transición, pero no desvincularse del tejido de realidades y tradiciones históricas y de esperanzas y proyectos de futuro que conforman el sentimiento de patria común. La inhibición del Gobierno bifronte de Pedro Sánchez ante los valores patrios le ha permitido desfigurar la geografía política descentralizada del Estado de las Autonomías para convertirlo en una especie de confederalismo asimétrico en que todo es negociable por un puñado de votos parlamentarios, aunque altere la seguridad jurídica, la proyección de la lengua española o la distribución equitativa de la economía. Todos son bienes fungibles para prolongar la presidencia de un socialismo degradado por su dependencia de sus alianzas y compromisos. La falsa apariencia de “gobernanza” basada en algunas chácharas telemáticas con presidentes autonómicos, oculta otras charlas sombrías, al margen de todo sistema, para la compraventa de votos a cambio de concesiones o facultades incompatibles con la eficiencia de un Estado. Lo resultante es un Gobierno dividido e incapaz para afrontar la crisis que soporta España y el mundo en estos tiempos difíciles.

El segundo escalón es el desmantelamiento ideológico del sistema energético, con la puesta en riesgo de la productividad industrial y agrícola del país. Resulta que, según los sabios ministros de Sánchez, Europa se equivoca al considerar verde la energía nuclear, según ellos por “evidencia científica”. Lo cierto es que la declaración europea calificando como “verde” la energía nuclear cogió a la izquierda con el pie cambiado. Resulta que el mayor avance científico del siglo XX que fue la capacidad humana de descubrir la mayor fuerza oculta por la naturaleza en la más pequeña de las partículas de la materia, los átomos, para multiplicar hasta límites aún no alcanzados, los máximos e inagotables recursos de la radioactividad para la propulsión, la medicina, la electrificación y la astrofísica, es algo contrario a la “evidencia científica”, mientras lo que suponen como progreso es utilizar caros molinos de viento cuando Eolo decide soplar o calentarse con los rayos del sol cuando las nubes no lo impidan. Si en algo se equivocó Europa es en llamar verde a la energía nuclear porque verdes son los venenos vegetales o animales de la naturaleza. Es transparente, como el agua clara que vuelve al curso de los ríos, limpia de toda radiación o contaminación, tras su filtro por las centrales o la lluvia que desciende de las nubes blancas de vapor puro que sube desde las bocas de sus torres de refrigeración. El parón nuclear del progresismo español solo ha servido para retardar a un país que caminaba seguro y avanzado por el camino de la evidencia científica para sumergirlo en la tercera división energética y hacernos dependientes de la creciente capacidad nuclear de Francia o del gas de las cavernas islámicas.

La factura de la luz es la pesada mochila de responsabilidades de esta izquierda bucólica que sueña que habita sobre un país de verdes praderas, ríos anchos y caudalosos y eterna primavera de sol resplandeciente. Pero esta península montañosa, con modestas corrientes fluviales y suelos secos bajo los que no nace el petróleo ni se acumula el gas, es tierra dependiente cuyo desarrollo depende de precios marcados desde el exterior, con la colaboración de un Gobierno vampírico que carga el 50% de la factura eléctrica con impuestos y gabelas que se digna rebajar rácanamente, ante la presión social, con medidas transitorias de unos meses. España hubiese sido una potencia energética media si hubiese seguido su camino nuclear, con planes hidráulicos nacionales y una política gasista ordenada y concertada diplomáticamente con contratos regulados en mercados de plazo fijo, como tienen la mayoría de países de la Unión Europea. Es la incompetencia y la desidia de la doble izquierda gobernante la que ha provocado que la cuesta de enero se empine con el escalón de la factura eléctrica que repercute en toda clase de industrias abastecimientos y transportes.

El tercer escalón es la rebaja de la presencia exterior; frialdad con Norteamérica; distancias con el norte de África por cuyos gaseoductos corre el combustible ahora “verde” que ayude a compensar el parón nuclear; equivocadas familiaridades con los elementos más antihispánicos del fraterno continente americano. En conjunto una desaparición sin precedentes de la escena internacional en perjuicio de nuestras empresas exportadoras de ingeniería o de productos agrícolas y ganaderos. Una desidia hacia la acción diplomática propia del Poder Ejecutivo que parece haber desertado de sus facultades intransferibles.

Estos escalones y muchos otros que desbordan la proporción de un artículo, contribuyen a hacer más empinada esta cuesta de enero que se prolongará tanto cuanto se prolongue este estilo de Gobierno, sin visión estratégica ni carisma personal, incapaz de movilizar a una sociedad que supone resignada a vivir sin ambiciones, condicionada por unos nacionalismos internos y un socialismo degenerado. Hay que esperar que esta cuesta de enero empiece a nivelarse cuando llegue el verano. Si no lo evita una derecha escasa de reflejos y poco capaz de comprender que sus propuestas no pueden ser simplemente negativas si han de penetrar como merecen en el electorado y no sean servidas frías en la bandeja estancada de la mediocridad.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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