No existe Gobierno de coalición

No existe ni ha existido nunca un Gobierno de coalición del PSOE con Podemos. Entre las muchas mentiras de Pedro Sánchez está la de proclamar que gobierna con un Gobierno de coalición cuando solo hay un desgobierno de contradicciones. Su presidencia no está basada en ningún compromiso por el que dos diferentes partidos hayan encontrado unos planes de acuerdo y renunciado a otros de disidencia para, juntos, programar la tarea de una legislatura compartida. Su presidencia solo está basada en un hediondo pacto de investidura por el cual unos partidos periféricos le venden sus votos a cambio de privilegios económicos y debilitando las defensas de la unidad del Estado, soportando una agrupación de tardocomunistas insolventes que permanece en el Consejo de Ministros legislando a su antojo, sin lealtad ni respeto pero cobrando las nóminas correspondientes a tres ministras y sus séquitos. De esas tres ministras dos pertenecen a Podemos y otra, llamada Yolanda Díaz con rango de vicepresidenta al sector inescrutable de futuro imprevisible del paraíso de las hadas comunistas.

Todo nació aquel día en que quedó apalabrado un pacto de Gobierno que incluía a Pablo Iglesias como vicepresidente primero con mando sobre las carteras sociales. Desmontado Iglesias, sus sucesoras mantienen unas atribuciones que desencajan a un sector del Gobierno de otro sustituyendo cualquier fórmula de coalición por una contradicción constante entre iniciativas no homologables. Una situación inestable y peligrosa como es una dependencia de todos los grupos anticonstitucionales o antisistemáticos de la cual Sánchez era consciente pero por la cual asumió el liderazgo de desgobierno con tal de mantener su sillón presidencial. Con esta amalgama gobierna Sánchez sin rumbo fijo ni en política nacional ni internacional.

La fractura, disimulada con parches, del pacto de investidura esconde la realidad de una ambición enfermiza por permanecer en la Presidencia a costa de la sumisión del núcleo socialista del Gobierno a las imposiciones separatistas y tardocomunistas. Nada queda en el sanchismo del ideario socialdemócrata con el que los socialismos lograron antaño convivir decentemente en el seno de las democracias. Sánchez es presidente de una apariencia de coalición incapaz de hacer cumplir la legalidad en comunidades donde gobiernan sus socios ni de nombrar o cesar a las tituladas ministras del bando tardocomunista. Estas últimas cultivan sus propias chapuzas desde la incompetencia y la demagogia, sin temor a enmendarle la plana al presidente cuando creen que conviene a su anacrónica visión del mundo en que vivimos. Formando parte de una alianza militar y con la tragedia de una guerra de invasión comprometiendo la seguridad de Europa, los tardocomunistas se permiten jugar en favor de los intereses del enemigo común, mientras soldados españoles montan guardia en las fronteras de la libertad. Sabiendo que las relaciones con Marruecos son primordiales para España se permiten trocear al Gobierno del que dicen formar parte en una reunión bilateral sumándose, desde casa, al desprecio del rey marroquí para con Sánchez. Todo ello a la vez que, en el interior, resuena su resistencia a rectificar la ley del “Sí es sí”, sabiendo el coste electoral que su soberbia está provocando a su Gobierno con las rebajas de las condenas de los delincuentes sexuales.

Pilar Llop, una tímida ministra de Justicia con profesión jurídica fue la persona forzada a asumir de palabra las responsabilidades de un error monumental de los podemitas porque Sánchez no tenía fuerzas para hacerle cantar la palinodia a las discípulas de Pablo Iglesias junior. El declive hacia el desastre no hay quien lo frene por muchos remiendos que ofrezcan en una futura negociación externa al Gobierno, impropia de una supuesta coalición sino propia de un apaño entre dos bandos. Hay confrontación sectaria y contradicción permanente en el seno de lo que Sánchez, máximo responsable, se empeña en mantener como coalición. No existe otro consenso para continuar unos meses más con la chapuza que la debilidad de Sánchez para aceptar cualquier chantaje con tal de aparentar que manda. Lamentablemente, España no tiene un Gobierno de coalición hipotéticamente progresista sino un desgobierno de irresponsables mal avenidos de distinto grado que solo lo respetan en cuanto pagador de la nómina o de la subvención.