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La mesa del shabbat

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
jueves 09 de noviembre de 2023, 21:36h

La comunidad judía de Madrid ha puesto una mesa para el “shabbat” en forma de U frente al Congreso de los Diputados con 241 sillas vacías para los secuestrados por Hamás. En medio hay otra más pequeña para los niños. Con esta “instalación” pretenden incitar al Congreso para que pida su liberación. De momento hay dos que ya no podrá ocupar nadie, correspondientes a dos españoles muertos. Pero se equivocan de puerta, porque el Congreso no se reúne gracias a su presidenta Francina Armengol, que ha dilatado los plazos de espera hasta recibir la luz verde del señor Puigdemont desde Waterloo. La mesa debería haberse puesto a la puerta del Palacio de la Moncloa.

En tiempos de guerra suceden estas comedias mientras corre la sangre en Ucrania y en Israel. Tanto la agresión rusa a Ucrania como la agresión de Hamás contra Israel han abierto unos escenarios bélicos de final incierto y duración indefinida. Ucrania depende del apoyo de la OTAN e Israel depende de Estados Unidos. En ambos casos las consecuencias afectan a la Unión Europea en sus espacios central y mediterráneo.

El problema de Ucrania es su dependencia armamentística y logística de un conjunto de diversas naciones con capacidad militar reducida y su fatiga frente al despliegue militar incompetente de Rusia que, no obstante, dispone de recursos humanos y materiales inmensos bajo la dirección única de Putin. El problema de Israel es que su gran capacidad militar tiene los límites de un país pequeño, sin riquezas naturales, y rodeado de vecinos de mentalidad religiosa y geopolítica favorable al terrorismo de Hamás, solo contenidos por frágiles tratados de paz y diplomacias oscilantes.

Tanto Ucrania como Israel no tienen otra alternativa que el triunfo de sus causas o evaporarse como pueblos libres. El triunfo deseable para Ucrania sería la recuperación de la soberanía sobre sus límites nacionales y el de Israel la consolidación firme de su seguridad frente al antisemitismo circundante. Estos dos objetivos están costando vidas y bienes no solo a los combatientes sino a un entorno de víctimas inocentes y espacios asolados. Pero este sacrificio sangriento y empobrecedor sería inútil, además de doloroso, si al final Ucrania acabara como un satélite de Rusia -como en tiempos de la Unión Soviética- o Israel se retirase de la tierra palestina sin liberar a los rehenes y sin destruir la totalidad de los túneles -alguno desembocando dentro de sus fronteras- conocido como “el metro de Gaza” desde donde se amenazaba cada día la paz de sus ciudadanos.

Estos son los dos puntos cálidos que ponen en riesgo la seguridad de la Europa libre desde un punto de vista militar y económico. Por ello resulta penoso que España tenga una presencia tan débil justamente cuando le ha correspondido el turno de ostentar la presidencia de la Unión Europea en la que Pedro Sánchez alardeaba de tener un papel importantísimo. A pesar de ser la puerta del Mediterráneo, el país con relaciones tradicionales con el mundo árabe, un aliado bilateral con Estados Unidos y la nación entrelazada con el pueblo sefardí, el papel de España, desempeñado por un presidente obsesionado por su supervivencia política y un ministro de Asuntos Exteriores mediocre ha sido insignificante.

España quedó al margen del comunicado inicial conjunto con que Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania tomaron posición ante el brutal ataque de Hamás a Israel. Y, desde entonces, cero a la izquierda. El devaluado Gobierno en funciones jugó a una equidistancia que le permitiese complacer a su coalición, dentro de la cual tanto “Sumar” como “Podemos” hacían sonar voces complacientes con el terrorismo de Hamás, disimuladas por sentimientos humanitarios por las víctimas inocentes de los conflictos. Sánchez no se ha dignado entrevistarse con Netanyahu ni ha viajado a Israel ni a Palestina. España participa, con misiones militares desplegadas en líneas cercanas al conflicto europeo y a Israel pero nuestros militares están allí, cumpliendo ejemplarmente su misión sin saber de qué lado se va a inclinar el Gobierno.

Sánchez no ha informado en ningún momento a las Cortes Generales de lo que hace o deja de hacer. Participamos en unos conflictos que no se explican a los españoles, como no se han explicado las negociaciones con Puigdemont hasta que se dieron por resueltas amistosamente. Sánchez tiene bastante con apagar incendios dentro de su casa con sus socios de investidura. A España no le ha servido de nada presidir la Unión Europea durante meses bochornosos. Sánchez ha permanecido fuera de juego, volcado en lo suyo con dedicación exclusiva.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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