Quemados en el horno de “Sumar”

Cuando los predecesores de quienes hoy piden como aspiraciones condicionantes amnistía y referéndum pedían multitudinariamente “libertad, amnistía y estatuto de autonomía”, pedían desechar lastres del pasado y la reforma del modelo territorial del Estado.

Sus deseos se cumplieron en una Constitución con un Estado de las Autonomías y en una amnistía como fórmula excepcional para cerrar las prórrogas de un conflicto bélico y establecer una futura convivencia en paz jurídica y social. Ese logro, difícil de imitar en el mundo en que vivimos, pretenden hoy despreciarlo, destruyendo a su vez la arquitectura de un Estado de Derecho en el que no cabe alterar la legalidad democrática a cambio de intereses personales o parciales.

Nadie puede aceptar que se quiera violentar el orden jurídico para comprar los siete escaños obedientes a Puigdemont en un Congreso de 350 escaños. Tampoco puede nadie imaginar que un Tribunal Constitucional formado por calificados juristas, estén o no contaminados, pueda bendecir los efectos demoledores de un engendro cocinado en el horno de “Sumar”, antes “Podemos”, con el compadreo de una vicepresidenta segunda del Gobierno de España viajando reverente con su blusa blanca de pontificado a Bruselas para inclinar la voluntad de un prófugo de la justicia al que solo le separa del indulto su miedo a ser previamente juzgado y después perdonado.

Yolanda Díaz es el trampantojo de un escondido Pedro Sánchez mientras que este no la desautorice o destituya de sus “funciones”, lo que podrá hacer en un futuro cuando ya no la necesite como hizo con su antecesor Pablo Iglesias y pueda decir aquello de que “el traidor no es necesario cuando es la traición cumplida”.

El prófugo, engreído por la humillación de “Podemos”, expuso sus condiciones incompatibles con el concepto de legalidad vigente aún en la hipótesis de que sus deseos pudiesen ser aplicados para hacer coincidir los intereses personales y políticos de Sánchez y Puigdemont. Sánchez, según Puigdemont, aún “no ha movido ficha”.

El prófugo majadero ha expuesto muy claramente sus condiciones bajo control de mediadores y verificadores internacionales que controlarían la hipotética fórmula de amnistía express. Una disposición de este alcance solo podría ser promulgada por el Poder Legislativo como Ley Orgánica que por su dudoso carácter constitucional debería someterse a referéndum si lo solicitara una décima parte de los parlamentarios.

El Gobierno en funciones no puede presentar proposiciones de ley. Pero trabaja afanosamente para que la presente servilmente el grupo parlamentario socialista. Otro trampantojo del agazapado Sánchez. Porque a Puigdemont le corre prisa que llegue antes de perder la inmunidad como parlamentario europeo.

Se alargará lo más posible la investidura de Sánchez para dar tiempo a cualquier tramitación apresurada para borrar los delitos cometidos contra la democracia y sentar moralmente en el banquillo donde debería sentarse Puigdemont a los funcionarios leales al Estado. El referéndum podría aplazarse gentilmente hasta que vuelva a necesitarse el apoyo de los separatistas para los Presupuestos Generales del Estado. Y vuelta a empezar. El prófugo pretende humillar al Parlamento español y a todos los españoles representados en el mismo porque lo que pretende no es un “alivio”, más o menos constitucional, sino que exige un privilegio de impunidad como moneda de cambio por su influencia en la orientación de siete votos sumisos a su persona. Tal compraventa es intragable para ningún gobernante del mundo civilizado o sin civilizar. Esto lo sabe hasta nuestro Tribunal Constitucional, por muy desconstituyentes que se sientan algunos de sus miembros.

Solo el analfabetismo jurídico propio y característico de “Sumar” se cree el lema de que “En Derecho cabe todo”. Por eso “Sumar” es “Restar” dignidad al Gobierno en funciones aparentemente sometido a su abyección. Es estrategia de Sánchez aplazar las negociaciones hasta después de la investidura frustrada de Alberto Núñez Feijóo mientras calibra los matices del escaneo de Yolanda.

Es un intento de evitar la confrontación previa en una sesión parlamentaria resonante que prefiere aplazar para la escena de la propia investidura de Sánchez. En aquella sesión podrá expresarse contra Feijóo si cuenta con esa parcela política teledirigida por Puigdemont que en las últimas elecciones generales fue la quinta fuerza en Cataluña, con el 10% de los sufragios que demuestran que el prófugo no tiene ningún aval que justifique que pueda negociar nada en nombre de Cataluña ni teniendo como interlocutor a España.

Lo hará en su propio nombre, como en su propio nombre están actuando Sánchez y Yolanda que tampoco dan la talla, pese a sus altos cargos, para asumir en funciones la representación de España. Por ahora son tres personas a quienes no les importa abrasarse en el fuego de la ignominiosa compraventa a cambio de sobrevivir grotescamente en unos cuantos telediarios.