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Compañeros de viaje

domingo 19 de febrero de 2023, 10:41h

Me dicen las gentes de base del partido que siga expresando en voz alta mis cuitas, mis preocupaciones de estado, mis anhelos y mis decepciones.

Lo haré por un tiempo, al menos mientras estos compañeros y colegas de viaje y de consejo de ministros me obliguen a ello con su actitud miope y cortoplacista.

Y es que MonteroIrene, la de Galapagar, o la de Igualdad que tanto monta…, no la sevillana graciosa, brutota y recaudadora, que esta me tiene muy contento–, que se niega precipitar la reforma de esa ley que está rebajando penas a pederastas y violadores y, lo que aún es peor, haciendo que la gente siga mirándome con desprecio e impidiéndome que remonte en las encuestas. ¡Lo que tiene uno que aguantar para seguir ayudando a su país desde Moncloa…!

Y a mi ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se le ocurre la feliz idea de “humanizarme” –¿es que acaso yo soy un lobo, un puma, una serpiente?–, y mandarme unas cuantas cámaras de vídeo y otras tantas de fotos a la casa de dos jóvenes a tomar un café con ellos y divulgarlo después desde la factoría de casa (Moncloa, claro). Lo mismo que hice hace unos días en Parla con un grupo de pensionistas del partido, echando una petanca.

No sé si es lo más apropiado posible pero estoy harto de que me tengan por una especie de Robocop, un ser más frío que un pez que se ha grabado a fuego en su cabeza lo de la empatía, pero lo de practicarla, poco. Y mira que soy amiguete de los chicos del cine y del teatro, y hasta voy a los premios Goya! Una amiguilla viene de vez en cuando a Moncloa para darme clases de arte dramático. Pero nada de nada.

La gente está muy susceptible y no me traga ni una. Y, ya contra reloj, con las elecciones a tiro de piedra, no hay forma de aparentar lo que no siento. Lo hago por España y la República, bien lo sabe Carlos Marx, pero esto tampoco cuela. Claro, que lo que no les voy a decir nunca es que ese joven del café de Parla es hermano de uno de mis centenares de asesores. Detalles tan inocentes como este sé que no le importan nada a los ciudadanos.

No quisiera confirmar que ese que me iba a quitar el sueño si pactaba con él, acabe por llevarse el gato al agua preparándome ahora emboscadas callejeras el 8 de marzo en las manifestaciones feministas. A la gente ya se le ha olvidado el covid, el inicio de los contagios, los encierros y todo eso, y ahora viene ese al que llamaban El Coletas –ahora reconvertido a chico formal y levantando su tele de la mano de Roures–, a intentar resucitar mi insomnio.

¡Pues se va a enterar ese profesorcillo de tres al cuarto, agitador de salón y exministro sin cartera que se especializó en tocarme las narices–por no aludir a partes más pudendas y contundentes, porque no sería muy feminista…–, desde el mismo seno del consejo de ministros!

Si quieren guerra política, la tendrán. No saben bien estos niñatos quién soy yo. No saben de mi experiencia, de mi habilidad táctica y estratégica. De mi “resiliencia”, que hasta valgo para resucitar palabras, conceptos e ideas e ilusionar con ellas al pueblo.

Los voy a mandar al río, a pescar truchas o salmones, como Francisco Franco (¡lagarto, lagarto!), y como Nikita Kruschev, para que así tengan algo en qué pensar, más allá de destrozarme el mercado de los alquileres, o sacarme a la calle a militantes y descontentos.

Claro que mientras Isabel (Díaz Ayuso, claro), esté ahí, al frente de Madrid, seguirán entretenidos manipulando datos sobre la Sanidad y todo eso. Yo, que soy más listo , muchísimo más listo que ellos, no voy a lanzarme al ruedo como Iglesias . Mejor mando a Reyes Maroto, mi ministra de Turismo, a que se bata el cobre con Ayuso y así, de paso, me la quito de enmedio y después feminizo aún más mi consejo de ministros, que eso se me da la mar de bien.

Y, como yo digo siempre la verdad, por mucho que la derechona siga insistiendo en lo contrario, tengo que agradecerle esta vez al Partido Popular –en realidad, una vez más–, su torpeza al designar a ese economista, de cuyo nombre ni quiero ni puedo acordarme, como consejero para el Banco de España que va y dimite solo unas horas después de ser nombrado.

Y todo por el quítame allá esas pajas de que un medio de comunicación lo descubrió como firmante en una lista de apoyo a Clara Ponsatí. A ese no lo cojo yo ni de asesor, por mucha formación financiera que atesore (¡je,je,je!…seguro que tampoco en el PP se les ha quedado el cuerpo para pillar mi lúcido comentario: tesoro y Banco de España. ¡Je,je, je!).

Seguiremos, seguiremos dando claves al ciudadano para que sepa ver en mí a un hombre de estado, a un humilde ciudadano que ha llegado a lo más alto de la estructura de poder de la nación. Bueno, a lo más alto, todavía no. Pero, dejadme unos meses más, y ya hablaremos.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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